Hace tres años un empresario estaba pensando en cómo solucionar una situación de personal. Sólo tenía presupuesto para contratar a una persona, y estaba dudando entre dos. El desempeño de uno de los trabajadores era el que tenía una mejor media, pero el otro trabajador tenía momentos brillantes y sus compañeros confiaban más en el.
Al final se decidió por el trabajador que tenía momentos brillantes. Después de todo, me comentó, «los seguidores son fáciles de reemplazar, pero los líderes no».
Desde entonces he pensado mucho en las características que convierten a las personas en líderes. El trabajador contratado no era un líder en el sentido tradicional – de hecho, estaba al final de la escalera jerárquica. Sin embargo, era claramente un líder en lo más importante. Los otros trabajadores confiaban en él y acudían a él cuando necesitaban ayuda. También era capaz de mejorar su desempeño en los momentos más necesarios.
Por eso acabó siendo más importante para la empresa que el otro trabajador, el que era tranquilo y constante en sus resultados.
¿Qué significa realmente ser un líder? No se trata de ningún título – suele ser el resultado de ser ya un líder. Significa ser la persona a la que la gente acude cuando las cosas se ponen duras. La persona que destacan en momentos de necesidad, y que consigue que los demás hagan las cosas que son necesarias. Significa conseguir que las cosas se hagan.
Un líder con una gran capacidad para respaldarlo es indispensable en cualquier organización. Vamos a exponer algunas maneras de comenzar a ser un líder dentro de una organización y ser, por lo tanto, más valioso – incluso si eres una de esas personas tranquilas que prefieren limitarse a hacer su trabajo.
Habla en las reuniones.
Si hay algo que te preocupa o tienes una buena idea durante una reunión, coméntalo. ¿Por qué? Muchas veces esa misma preocupación o idea está en la mente de muchos otros de los presentes, pero les da miedo hablar. Al expresarlo en voz alta, les estás dando una voz sin que tengan que arriesgarse. Te conviertes así en un líder para ese grupo de gente.
Me he dado cuenta de que siempre que hago eso, hay personas que acuden a mí después de la reunión y me dicen «eso era justo lo que estaba pensando». En ese momento, nuestra relación se hace más fuerte y cuentan conmigo bastante más que antes.
Suprime los comentarios negativos.
Hablar mal de otros a sus espaldas no te beneficia en nada. Puede que obtengas la satisfacción fugaz de sentirte superior a esa otra persona, pero a largo plazo te labrarás una reputación negativa, salvo para la gente más próxima a ti. Si no tienes nada bueno que decir, no digas nada – de lo contrario reducirás significativamente la cantidad de personas que confían en ti. Además, ¿crees que los demás dicen cosas similares a tus espaldas? ¿Cómo crees que eso afecta a tu reputación? La mejor táctica es bastante sencilla – no huyas de las conversaciones negativas pero tampoco las repitas, es decir, no contribuyas a ellas. Limítate a ignorarlas e identificarlas por lo que realmente son – normalmente celos de algún tipo.
Ofrece comentarios positivos.
Mi táctica consiste en permanecer lo más callada posible cuando se está menospreciando a alguien, y hablar más cuando la conversación es positiva. Hacer comentarios positivos sobre otras personas (y hacerlo de forma habitual) ayuda a mejorar tu reputación. Sin embargo, debes ser realista, no halagar a la gente porque sí.
Ofrécete voluntario para hacer tareas que los demás tienen miedo de hacer.
Cuando aparezca una tarea que conlleve responsabilidades y veas de los demás tienen miedo de ofrecerse a hacerla, sé tú el voluntario. Cuando haces esto ocurre lo mismo que cuando hablas en las reuniones, te conviertes en el líder de la gente que está interesada pero es demasiado tímida para ofrecerse. Además, puedes canalizar a estas personas para que sean parte del proyecto.
Fíjate en la gente que tiene problemas – y pregúntales qué es lo que va mal.
En un lugar de trabajo en el que la gente se encuentra con regularidad y colabora en distintos proyectos, es fácil notar cuando hay alguien está teniendo problemas. La mayoría de las veces, estas personas son abandonadas a su suerte por los demás, ya que están demasiado «ocupados» con sus propios asuntos como para ofrecer ayuda. Dedicando algo de tiempo a descubrir cuál es el problema le estás lanzando a esa persona un salvavidas. Si consigues ayudarle, normalmente se sentirá agradecido y será más proclive a apoyarte en el momento en que lo necesites. Cuando la gente tiene problemas es el mejor momento para acercarse a ellos, descubrir qué va mal y tratar de ayudarles sin descuidar tus propias obligaciones.
Felicita directamente cuando el trabajo es excelente.
Si alguien está haciendo un buen trabajo, díselo directamente y, a poder ser, en presencia de los demás. A todo el mundo le gusta recibir reconocimientos y felicitaciones, y normalmente mantienen un sentimiento positivo hacia la gente que les da el reconocimiento que merecen. Ese sentimiento positivo puede ser útil más adelante, si por ejemplo estás a cargo de un equipo del que esas personas forman parte.
Comenta con los supervisores cuáles de sus subordinados están haciendo un buen trabajo.
Este es un método más indirecto que el anterior – pero a menudo más efectivo. Si alguien está haciendo un gran trabajo, habla con su supervisor y coméntaselo. Lo mejor es hacerlo cara a cara, pero incluso un e-mail puede servir para este propósito. Dile a ese supervisor qué es exactamente lo que esa persona ha hecho para destacar y sobresalir de la media. La mayoría de las veces el trabajador acaba sabiendo de dónde han llegado los comentarios positivos.
Encara el trabajo en equipo con entusiasmo.
Yo tengo tendencia a ser solitaria y a evitar el trabajo en equipo. Con el tiempo he aprendido que el trabajo en equipo es la mejor oportunidad que tenemos para construir relaciones sólidas con nuestros compañeros. Cuanto más partícipes en equipos – y hagas tu parte del trabajo a la vez que ayudas a los demás – más confiable serás para los demás.
Cuando seas parte de un equipo, asume el mando, pero sin ser dictatorial.
Si estás en un equipo que se acaba de formar, da un paso al frente desde el principio y ofrece ideas o un plan determinado, para que los demás lo consideren. A no ser que alguien lo tire abajo completamente, lo normal es que tu plan original sea más o menos el que se acabe adoptando y te convertirás en el líder el grupo de facto. Por la misma razón que antes – muchas veces estás hablando por gente que es demasiado tímida como para ofrecer un plan, y estarán encantados de seguir el tuyo siempre que no seas demasiado agresivo o insistente. Lo mejor es ofrecer tus ideas y luego preguntar a los demás qué piensan al respecto, permaneciendo abierto en todo momento a escuchar críticas, sugerencias o ideas que los otros miembros del grupo quieran aportar.
Recuerda y celebra las fechas importantes para tus compañeros.
Recuerdo a una persona con la que solía trabajar que tenía un calendario con el cumpleaños de todo el mundo apuntados, y con sus comidas preferidas de la máquina expendedora. El día del cumpleaños de alguno de sus compañeros, iba a la máquina, metía un par de euros y les llevaba su bebida favorita o un snack con un lazo (que traía preparado de casa) a su mesa, diciendo «¡feliz cumpleaños!» con una gran sonrisa. No era gran cosa, pero era un detalle muy considerado – y no es ninguna sorpresa que fuera una persona querida dentro del grupo y a la que se prestaba atención y se respetaba cuando tenía una idea o plan que compartir. Tampoco es una sorpresa que, a día de hoy, le vaya bien en la vida.
Tómate un par de minutos para organizar las fechas y acontecimientos que son importantes en la vida del resto del personal de la empresa y, si puedes, lleva un registro. Encuentra un modo sencillo de hacer que la gente sonría. Conseguirlo es siempre una victoria.
Si hay un problema que puedes resolver fácilmente, hazlo.
No te preocupes de las connotaciones que eso pueda conllevar. Si alguien acude a ti con un problema que tú puedes resolver o ayudar a resolver sin hacer demasiado esfuerzo, simplemente hazlo. Cuantos más problemas resuelvas, más te verán como una persona útil con la que se puede contar y prestarán más atención a tus consejos y a lo que dices.
Pide ayuda cuando la necesites.
A veces necesitarás ayuda. Algunas personas tienen miedo de parecer débiles y por eso evitan pedir ayuda a no ser que la necesiten desesperadamente. Es algo que no tiene sentido y que además es ineficiente. Si hay cosas que los demás poder hacer mucho más fácilmente que tú, pídeles ayuda (a no ser que constituya un trabajo adicional muy grande para ellos). Es la otra cara de la moneda que obtienes al haber ayudado a otros cuando has podido – si habitualmente ayudas a los demás, lo normal es que ellos estén encantados de devolverte el favor.
Sugiere eventos que involucren a tus compañeros.
Se la persona que invite a los demás a comer juntos. Participa en la planificación de las fiestas de la oficina – conviértete incluso en el cabecilla. Haz fiestas de despedida para los que abandonen la empresa. Eso no significa que tengas que hacer tú todo el trabajo, pero intenta desarrollar el plan por ti mismo. La gente te percibirá de ese modo como una persona que está al mando – y ese tipo de eventos son bastante fáciles de planear sólo con que les dediques un poco de tiempo.
Ofrece información útil y detallada.
Cuando estás muy atareado es fácil responder a la gente con un simple «¡me parece bien!» si alguien te pregunta sobre algún tema. En lugar de eso, dedícale unos minutos y ofrece por lo menos tres aspectos que puedan mejorar de, por ejemplo, un documento sobre el que te estén preguntando. Por supuesto, diles previamente lo bien que está dicho documento antes de ofrecer tus sugerencias de una forma clara y lo más positiva posible. Si tus sugerencias merecen la pena, te verán como alguien a quien pueden acudir.
Cuando te pregunten tu opinión, se honesto pero no cortante.
Un comentario honesto tiene mucho más valor que ser positivo – pero si las cosas están mal no hay razón para ser hiriente. Yo siempre hago un esfuerzo para alabar el trabajo de los demás si es posible, pero si hay problemas serios, lo digo. No de forma que siente mal, sino con suavidad.
Estas pequeñas cosas hechas todos los días te hacen indispensable en tu puesto de trabajo y te convierten en un líder. ¿Cual crees que será uno de los nombres que se barajarán cuando haya que discutir sobre promociones o ascensos?
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3 Responses to “15 maneras de ser un líder hoy – o cualquier otro día”
Mar
muy interesante, lo aplicaré en la búsqueda de empleo
Emanuel
me parec bien¡¡
Emanuel
pocas palabras.¡muchas gracias¡¡¡es exactamente la clase de consejo que necesitaba¡¡seguire cultivando las virtudes y puliendo defectos….