No solemos hacerlo, pero como con algún que otro artículo, queremos plasmar el escrito que el autor murciano hizo en 1998 y que se ha demostrado complétamente premonitorio. Ni el mismísimo Nostradamus ha dado tanto el clavo como Arturo, que diez años atrás vaticinó la que se nos ha venido encima y los porqués.
Suponemos que muchos ya lo habréis recibido por email pero nos acaba de llegar y queríamos compartirlo con vosotros. Respetaremos todas las palabras utilizadas por venir de quién vienen, no nos tengáis en cuenta si alguna malsonante.
Amos del Mundo – Arturo Pérez Reverte
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.
Y sino no me creen, es cuestión de esperar …
8 Responses to “Amos del mundo – Predicciones de Arturo Pérez Reverte”
Carles
Yo tardé un poquito más en predecirlo.
Fue en Enero de 2006 cuando teníamos una conversación con compañeros de trabajo, que terminó en discusión acalorada.
Yo no entendía cómo los precios de la vivienda podían estar tan elevados que los más humildemente trabajadores no las pudiéramos pagar, y me cagaba en todos los empresarios, banqueros, inmobiliarias, diciendo que nos estaban chupando la sangre y que ésto iba a reventar algún día porque ésto no era sostenible.
Mis compañeros se reían, y me decían: «si tu tuvieras que vender una casa, la venderías barata verdad? serías el tonto del pueblo».
Y yo les decía:
«No se trata de eso. No es una decisión individual de un ciudadano la que cuenta.
Es la decisión colectiva de ciertos magnates, de ciertas élites, que manipulan el mercado para que el precio suba descontroladamente, para ganar grandes beneficios a costa de nuestras hipotecas».
Mis compañeros seguían riéndose…
Después de 10 años, por fin, siento que alguien pensaba como yo, ya en aquel momento. Por fin, a día de hoy, tras haber visto el programa de Jordi Ébole, entrevistando a Arturo Pérez Reverte, he leido éste artículo, éste gran artículo, que demuestra la cacicada que hemos estado sufriendo.
Y lo que dice David Hernán Gascueña, está totalmente fuera de lugar.
Porque lo que tenemos, no es liberalismo. Es Neo-Liberalismo, ese liberalismo corrupto, en el que los beneficios son privados, y las pédidas se socializan.
Esa es la mierda en la que nos han metido las élites.
Y es aquí donde yo digo:
¿Quiénes son realmente los anti-sistema?
Porque el sistema, tal como estaba, funcionaba muy bién hasta que llegaron éstos canallas en los años de Margaret Tatcher y Ronald Reagan.. y lo estropearon todo, provocando que desde 1990 en adelante comenzara éste sistema neo-liberal que se ha cargado nuestra sociedad.
Bravo Arturo.
Gracias por tu mensaje.
Enrique Rus
Gracias a usted y si le sirve de consuelo, algunos creíamos que esa burbuja también estallaría, como usted, también nos tomaron por los tontos… hoy todo es distinto, un saludo y gracias a usted.
Antonio Romero
Estoy contigo, siempre y cuando no se vuelva al trueque
David Hernán Gascueña
Yo no digo que no acertara 10 años atrás que sufriríamos una crisis (no sé en qué se basaba, pero lo acertó), lo que critico es que los argumentos que utiliza son bastante demagógicos e incluso ideológicamente erróneos. Respecto a esto último, ya lo he comentado en mi anterior comentario respecto a su fobia por el liberalismo. Un sistema basado en el capitalismo que hace que sus libros se puedan vender en cualquier parte y ser comprados libremente mediante el pago de un aceptado precio gracias al cual, es justamente recompensado produciéndole pingües beneficios (es un poco irónico).
No dudo de su gran capacidad y valía como escritor, ni de la de visionario (Rappel, estás despedido), lo que le critico es que se ponga a hablar de economía con argumentos de tan poco valor.
Un saludo al foro
Antonio Romero
Llámale nostálgico, antisistema o demagógico que seguro que en su momento algo tuvo, pero dime si ha acertado o no.
Pérez Reverte será lo que tu quieras, caerá simpático a pocos pero es un hombre de mundo y ha viajado mucho. Quieras o no la parte de corresponsal de guerra da gran sabiduría y ves lo que realmente pasa y muchos de los porqués del mundo, qué es lo que lo mueve todo y los intereses políticos y económicos que hay detrás de todo.
Es más que probable que se lo viera venir, quién sabe si de alguna conversación con algún amigo, pero lo escrito, escrito queda.
David Hernán Gascueña
Pues a mi me parece una bazofia demagógica sin sentido, propia de una nostálgico de la comuna donde nunca ha vivido.
Es más, no creo que haya sido escrita por Pérez Reverte ya que no es su estilo y demuestra una ignorancia preocupante.
Lo que más gracia me hace es que el liberalismo económico tenga 2 adjetivos para ser más vilipendiado, ya que es «neo» y además «salvaje». Cualquiera con un mínimo de cultura y conocimiento, sabría que el liberalismo se opone a cualquier rescate de la banca, de la empresa, o de lo que sea; sobre todo si es por parte del Estado (es decir, con el dinero de todos los contribuyentes).
macánico
Pues yo solo soy otro Juan Pueblo Nadie de este planeta y en el '95 ya dije que el sistema se iba al carajo inevitablemente.
Esto lo venía viendo desde hace tiempo, en los '70 se vendió Fuerteventura a los inversores alemanes. Y desde entonces no paró el pelotazo inmobiliario y cuando se descubrió lo de Marbella dije: ¿Como no se dan cuenta estos imbeciles de que todo está igual. Bueno si que se daban cuenta, pero los fajos de dólares les tapaban la boca.
Y cuando al castillo de naipes le han soplado vientos foraneos, además de la mugre mundial sobre todo gringa se ha sumado nuestra propia mugre.
Por eso vamos peor que las otras """""potencias""""""
Markos
Parece que lo hubiera escrito hace un par de meses.
Eso es vista. Aunque en ocasiones no esté de acuerdo con algunos puntos de vista de Pérez-Reverte, hay que reconocer que tiene la cabeza muy bien amueblada.