Recibir un pequeño extra de dinero inesperado es estupendo. Sin embargo, tengo que hacer una confesión. No sé emplear muy bien estas agradables sorpresas. La mayoría de las veces, me parece increíblemente justificable dilapidar este dinero en compras por impulso, aunque el resto de mi presupuesto se mantenga intacto.
He conseguido vencer al monstruo de la «justificación» mediante el presupuesto. Hel tratado desesperadamente de eliminar la frase «me lo merezco…» de mi mentalidad. Aún así, siempre reaparece en cuanto un pequeño extra hace acto de presencia.
Me estoy refiriendo a los 40 € que un familiar te puede dar por tu cumpleaños. O los 100 € extras que puedes ingresar vendiendo algo de segunda mano en eBay. Incluso pequeños ingresos de trabajos secundarios acaban en esta categoría si no los incluyo en el presupuesto normal.
Este fenómeno se amplifica dos veces al año, coincidiendo con las pagas extras. Y por lo que veo no soy la única que me dedico a justificar mis impulsos de compra no presupuestados con cualquier tipo de extra que caer en mis manos.
Un ingreso es un ingreso es un ingreso…
Para decirlo más claramente, no debería importarnos de dónde viene el dinero, bien sea de un trabajo puntual, de un regalo o de una venta. Una vez que está en nuestras manos o llega a nuestra cuenta bancaria se gasta exactamente de la misma forma.
Cuando era pequeña, recuerdo como mi padre mezclaba toda la comida en el mismo plato antes de comérsela. Ante mis miradas de incredulidad siempre decía: «es igual, todo acaba en el mismo sitio.»
Su lógica era aplastante, aunque muchos puntualizarían rápidamente que parte del disfrute de una comida está en el contraste de los diferentes sabores. Es muy placentero seleccionar el siguiente bocado, y no mezclarlo todo.
Mientras algunos son capaces de tratar todos sus ingresos de forma igualitaria, la mayoría de nosotros tenemos una lucha interna. Y por lo que se ve, la cantidad de dinero inesperado no marca una diferencia, siempre va a ser justo la cantidad necesaria para comprar algo que llevo deseando tener desde siempre. Es un mal hábito financiero. Y además, llevó años practicándolo.
Esforzándonos por gastar conscientemente
Quiero aclarar que es perfectamente aceptable gastar dinero en las cosas que queremos. Es genial poder gastar dinero sin preocuparnos de vez en cuando. Pero si no somos conscientes de cómo llevamos a cabo estos procesos, podemos encontrarnos metidos en una espiral fuera de control.
He acabado por darme cuenta de que tengo que establecer parámetros a la hora de manejar este tipo de ingresos, concretamente antes de que lleguen. No estoy en contra de usar una porción para darme algún capricho, pero tengo que tener el control de la situación.
Si voy a «malgastar» algo de dinero, al menos debo ser consciente de ello. No tengo ningún interés en permitir que mis impulsos tengan un control total sobre este tipo de ingresos.
Dos estrategias para terminar con el hábito de la «justificación»
Como ya he apuntado, lo ideal sería que tratásemos todos nuestros ingresos por igual. Tenemos un presupuesto y tratamos el dinero «inesperado «de la misma forma en que trataríamos nuestro salario. Sin embargo, en la práctica, muchos sentimos la tentación de derrochar.
He aquí dos estrategias sencillas que me han ayudado a restablecer el control:
1. Escoger un objetivo tangible y específico que alcanzar con ese dinero extra. La clave es seleccionar una meta para el futuro. Por ejemplo, hay mucha gente decide emplear todo el dinero que no está en el presupuesto en pagar sus deudas. Una vez que ya han establecido en qué orden pagan dichas deudas, simplemente aplican todo el dinero extra en cuanto aparece. Esto puede funcionar con otros objetivos, como pagar por un coche nuevo. Mi experiencia me dice que si escoges un objetivo realmente interesante, serás capaz de encontrar incluso más formas de lograr dinero extra. Lo cual es un interesante beneficio aparte.
2. Establece un porcentaje predeterminado de dinero para «derrochar«. Éste sistema se puede usar más fácilmente con una cantidad bastante importante de dinero extra, pero también se puede aplicar a cantidades más pequeñas. Por ejemplo puedes establecer un porcentaje del 50% para pequeños extras que podrás gastar en caprichos, mientras que incluyes el otro 50% en tu presupuesto habitual o lo destinas al logro del objetivo que te habías marcado (ver punto 1). Esto también te motivará para conseguir más dinero extra.
Ten en cuenta que ninguna de estas dos tácticas te va a resolver totalmente el problema. Aún así el empleo de estas dos técnicas me ha ayudado a mantener un cierto control sobre esta debilidad recurrente.
Una vez más, todo se reduce a hacernos conscientes de nuestros gastos. Me siento más capacitada cuando escojo conscientemente como tratar todos los ingresos que obtengo. Incluso aunque escoja gastarlos, me gusta saber que tengo control.
¿Cómo administras los extras de dinero? ¿Lo pones todo junto o tienes un sistema específico para este tipo de ingresos? ¿Qué técnicas utilizas para mantener el control?
Si te ha gustado este artículo y hablas inglés, encontrarás más en getrichslowly.com.
One Response to “Aprovechando a fondo los pequeños extras”
Panu
Otra estrategia, si tienes dinero para ahorrar en algún depósito o invertido en algún lugar, es ahí a donde lo puedes meter. Es un dinero con el que no contabas y en principio no lo necesitas, por eso es buena idea ponerlo a generar más dinero.