Históricamente en los mercados bursátiles siempre se ha especulado sobre la idea de que la habilidad, instinto y éxito inversor alcanzados por algunos inversores millonarios puede ser un producto puramente genético, por el contrario, existen muchos inversores opinando que son los medios y el ambiente económico familiar, académico o profesional, los que habilitan a los nuevos inversores para que pueden llegar a triunfar en los mercados de Bolsa.
Parece ser la eterna disputa entre los conceptos de la genética como elemento crucial del buen inversor y lo que se podría denominar “la habilidad inversora adquirida”, sabiendo que en este mundo de los mercados de renta variable conviven personas con una gran capacidad intelectual innata para las finanzas y además, otros millones de inversores que deberán recurrir a su continua formación técnica y aprendizaje para poder lograr sus objetivos financieros. Un buen ejemplo de la diferencia entre estas dos tipologías inversoras queda muy bien representado en una película norteamericana de los años 80 del siglo pasado, que aquí fue titulada como: “De mendigo a Millonario (1983)”, y entre otras figuras del celuloide de la época aparece el muy famoso actor de comedias Eddie Murphi.
La idea básica de la película es la de confrontar las dos visiones diferentes de dos hermanos multimillonarios sobre si algunas personas nacen con facultades especiales para los negocios o es el medio social y económico el que les habilita posteriormente para alcanzar la fortuna. Para lograr sus objetivos y poner en práctica su “experimento social”, realizan una apuesta fomentando y generando la ruina progresiva de un joven ejecutivo rico con grandes posibilidades de futuro (Dan Aykroyd) y por el contrario, potencian el bienestar, los medios económicos y el poder financiero de un mendigo (Eddie Murphi).
Los hermanos multimillonarios esperan a ver que el joven universitario y buen ejecutivo de la firma de bróker se convertirá poco a poco en un delincuente y sin embargo, el mendigo pasará a ser un hombre de “provecho” adaptándose a una nueva vida en la sociedad. Resumiendo y a título únicamente formativo para nuestros pequeños y medianos inversores seguidores de esta sección de Consejos de Bolsa, para lograr sus objetivos de apuesta humana, psicológica y comparación de actitudes vitales consiguen amargarle la vida al nuevo ejecutivo y colocar en una situación de privilegio financiero al ex-mendigo.
RESUMEN FINAL Y MORALEJA
Como se trata de una película estrenada hace más de 30 años damos por hecho que muchos lectores ya la conocen, pero no estará de más fijarnos en la moraleja que contiene referente al mundo de la inversión agresiva, despiadada y apoyada por la “trampa” de la información privilegiada para lograr grandes beneficios. En el film aparecen las grandes hipocresías de la sociedad acomodada, sus intrigas, sus favores y el mantenimiento del status social como fin vital para cualquier persona que desee ser admitido en el selecto grupo de los “elegidos financieramente”. La visión estereotipada que refleja la película (“De mendigo a Millonario”) del mundo de la Bolsa y otros mercados financieros nos deja ver, un trasfondo de decadencia moral de los ricos personajes en contraposición a los que solo buscan la felicidad en sus vidas, aunque carezcan de tantos bienes materiales. No estará de más volver a verla y reflexionar sobre el tema.
Huyendo de la simple hipocresía de frases como que: “El dinero no da la felicidad”… Resulta evidente, que todo en la vida no lo cubre el dinero, que la inversión bursátil deberá ser entendida por los nuevos inversores como la oportunidad de obtener mejores ingresos y rentabilidad por su dinero, pero nunca, como la panacea de todos sus males y problemas financieros, ni la vana excusa para intentar hacerse ricos en un plazo temporal muy corto.
Una inversión responsable, disciplinada, eficiente y a largo plazo será el camino adecuado para conseguir nuestros objetivos financieros y así, con una apuesta sensata en la Bolsa no tendremos nunca que elegir entre… “La inversión o la vida”.
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La frase elegida para este artículo dice así:
Una ocupación que sólo genera dinero es una ocupación pobre.
Henry Ford