Pienso mucho en la felicidad – en la mía en la de los que me rodean. Recientemente han publicado un artículo en el New York Times sobre este tema, comentando lo que decidieron llamar «el trato de Sandra Bullock».
Lo que venía a exponer el artículo es que a Sandra Bullock le pasaron dos cosas. La primera, ganar el Oscar a mejor actriz. La segunda, enterarse de que su marido le era infiel. Así que la pregunta filosófica sería: ¿Aceptaríamos este trato? ¿Cambiaríamos nuestra felicidad personal por un tremendo éxito profesional?
Por supuesto, estamos ante un falso trato, ya que en realidad Bullock no cambió su felicidad conyugal por el éxito, son dos hechos que simplemente ocurrieron casi a la vez. Aún así, como hipótesis resulta interesante ya que, en la vida real, hacemos este tipo de tratos a diario. Sacrificamos parte de nuestra vida personal, de nuestros intereses e incluso de nuestra salud en aras del trabajo.
Volviendo al “trato Bullock”, parece evidente que habría que estar loco para hacer un trato como ese. Si alguien tiene un matrimonio feliz, no importa por cuantos malos momentos profesionales pase, continuará siendo razonablemente feliz.
Pienso que el dinero hace a la gente más feliz, pero su efecto es mucho más pronunciado en la gente pobre que en la rica. Por ejemplo, si ganas 20.000 € al mes y recibes por sorpresa 5.000 €, te hará mucho más feliz que si ganas 200.000 euros al mes y recibes, de repente, la misma cantidad. Esto es más que evidente. También es cierto que se conocen casos de ganadores de la lotería que acabaron siendo muy infelices.
Por lo tanto, el dinero no siempre da la felicidad, cosa que sí logran unas relaciones personales plenas y satisfactorias. ¿Qué cosas son las que la gente suele mencionar cuando piensa en la felicidad? Seguramente el sexo, salir con los amigos o ir a cenar con la pareja. Y al contrario, ¿qué cosas nos restan felicidad? Tener que ir todos los días a trabajar, por ejemplo. Alguien que esté en el paro dirá que «peor es no tener que ir», obviamente. En todo caso, pertenecer a un grupo social, reunirnos con ellos, etc.; genera más felicidad que tener un aumento de sueldo.
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2 Responses to “Cambiar felicidad por dinero: ¿un mal trato?”
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