Últimamente el liderazgo de los jóvenes empresarios que rondan la treintena es cada vez más notorio, con ejemplos sobresalientes como Mark Zuckerberg, Andrew Mason o Biz Stone. Todos ellos tienen algo en común: la necesidad de dirigir y liderar a empleados mayores que ellos.
Ejercer de líder ya es bastante duro cuando posees la apariencia de uno, cuando atesoras una gran de experiencia, estás curtido en la batalla empresarial y te has ganado tu puesto en la cumbre. Pero ejercer un liderazgo óptimo sin esa autoridad, dirigir a empleados que son diez o veinte años mayores que nosotros, puede ser un auténtico reto.
¿Cómo hacerlo sin ese poder? ¿Qué hacer cuando tienes la preparación pero no la experiencia? Y aunque tengas experiencia ¿qué hacer si tu aspecto juvenil traiciona tu edad, o cuando tu jefe te apoya y te respeta pero sospechas que tus compañeros no?
La respuesta está en una buena combinación de amabilidad, tacto y estrategia. Los tres puntos más importantes que debemos recordar si nos enfrentamos a este problema son los siguientes:
Ten confianza
Digamos que estás en una posición de liderazgo o dirección de trabajadores mayores que tú por causas completamente válidas – eres competente y capaz. Eres inteligente, tienes energía y estás lleno de ideas e iniciativa. No importa que tú mismo tengas dudas sobre tu capacidad para asumir el reto (¿quién no las tiene?), esas dudas deben ser privadas, nunca compartidas con el resto del equipo.
Tu primera tarea será partir de una posición de fuerza cuando hables con tus empleados o tu equipo. Empieza por lo que sabes. Habla con convicción. Procura a tus subordinados una idea clara de adónde queréis llegar con vuestro nuevo proyecto o cliente. Asume que tus ideas son buenas hasta que se pruebe lo contrario. Ya tendrás tiempo para permitir que los demás den sus opiniones, pero no empieces debilitando tu discurso con frases derrotistas del estilo: “Puede que me equivoque, pero…” O, “No sé si vais a estar de acuerdo conmigo, sin embargo…” O peor todavía, “Sé que no llevo mucho tiempo aquí, pero creo que deberíamos…” Este tipo de frases son tremendamente dañinas.
En lugar de esto, transmite confianza compartiendo tus ideas, iniciativas y estrategias abiertamente. “Esto es lo que vamos a hacer con la cuenta.” O, “Quiero poneros al día con este proyecto e informaros sobre los próximos pasos que vamos a dar.” Así da la sensación de que sabes de lo que estás hablando, y la gente será más propensa a creer que así es.
Mantén una mentalidad abierta
Equilibra tu aplomo y confianza con una mentalidad abierta. No pidas que te guíen o te dirijan, por el contrario, clarifica primero tu punto de vista, opiniones o estrategias y, a continuación, recoge las reacciones y comentarios – el feedback – que éstos susciten. Se receptivo a las ideas y perspectivas de tu equipo. Pídeles sus opiniones, pero construye las frases con el propósito de recibir comentarios de apoyo (“¿Se parece a lo que tú tenías en mente?” o, “¿Estabas pensando en algo parecido?”) en lugar de preguntar directamente si les parece bien. Tu punto de partida es de competencia, no de ignorancia o inexperiencia.
Habla con tus colegas o subordinados e implícalos en el proceso compartiendo ideas y estrategias, pero asegúrate de que eres tú quien marca la agenda y dirige el proyecto. Pedir opiniones, consejos o feedback es muy distinto a pedir permiso o guía.
Recaba opiniones
Para finalizar, asegúrate de que solicitas regularmente la opinión de tus colegas – superiores o subordinados – en cuanto a tu desempeño. Aparte de los detalles específicos de negocios o proyectos, deja ver a la gente que te preocupas siempre por mejorar. Si haces ver que estás dispuesto a escuchar las opiniones de los demás, te la darán con más facilidad.
Sin embargo, aunque es positivo reconocer que aún estamos aprendiendo y dispuestos a escuchar, no podemos mantener esa postura eternamente y, desde luego, no es la posición desde la que deseamos empezar. Comienza con fuerza, mantén una mente abierta y embarca a tus colegas en tus proyectos para avanzar en la dirección correcta. No preguntes en qué dirección tienes que ir o terminarás perdiendo el respeto de tu equipo antes de que hayas tenido la oportunidad de ganártelo.