Para usar una tarjeta de crédito debemos poseer una serie de habilidades que eviten que caigamos en alguna de las trampas que están asociadas con este método de pago, algunas de las cuales serían:
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Aprender lo que significa la letra pequeña. Leer siempre los términos legales cuando pidamos y recibamos una tarjeta, así como todos los correos futuros que nos envíen. Si hay algo que no entendemos, pedir inmediatamente ayuda para que alguien nos lo explique, o informarnos sobre el tema a través de Internet.
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Revisar el estado de nuestras cuentas cada mes. Las fechas de vencimiento, las tarifas y los tipos de interés pueden variar con el tiempo. Unifica las transacciones y ten cuidado con los posibles fraudes. Muchas personas – yo entre ellas – comprobamos el estado de nuestras cuentas de forma online varias veces al mes. Si prestamos atención, podremos prevenir la mayoría de los contratiempos.
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No tener miedo de hablar las cosas. Si recibimos una factura extraña, consultar siempre con el banco o con el servicio de atención al cliente. Si quieres disputar una factura, o que te reduzcan los intereses, haz lo mismo. Preguntar nunca está de más.
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Sospechar de las ofertas especiales. En muchas ocasiones las compañías nos envían ofertas especiales asociadas a una tarjeta de crédito. Hay que tener mucho cuidado con la diferencia entre los intereses iniciales que nos ofrecen y los que nos darán a largo plazo. Así mismo, sospecha también de cualquier producto que las compañías te quieran vender, como los seguros. Muchos de ellos son un mal negocio para el cliente.
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Por último, paga siempre tus facturas en su totalidad a fin de mes. Si no tienes deudas con la tarjeta, no empieces a acumularlas. No te apoyes en las tarjetas para mantener un estilo de vida que no puedes permitirte. No uses el crédito porque no puedes pagar en metálico, sino porque puedes.
Sin embargo, aunque todos los puntos expuestos hasta ahora son básicos, nos queda el componente conductual que lleva a acumular deuda con la tarjeta. Una cosa es decir que es importante pagar todas las deudas al completo cada mes, y otra cosa muy distinta es hacerlo. Lo que muchos necesitamos son trucos que puedan funcionar en el día a día y que nos permitan evitar los comportamientos asociados a la deuda.
He aquí algunas reglas que podemos emplear:
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Decidir primero qué vamos a comprar, y después el método de pago. Si ya hemos decidido pagar con tarjeta, siempre estaremos ante la tentación de hacer nuestra compra a crédito y pagar más tarde. Por lo tanto si hacemos la compra sin pensar en el método de pago, estaremos mitigando este efecto.
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No comprar nada que no podamos pagar en metálico. En otras palabras, si no tenemos suficiente dinero en nuestras cuentas de ahorro para permitirnos hacer una compra, es mejor que nos abstengamos de cargarlo al crédito. ¿Por qué no pagar en metálico, entonces? Porque en algunas ocasiones, pagar con la tarjeta puede salirnos a cuenta en función de los programas que ésta tenga asociados.
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No usar nunca la tarjeta de crédito para efectuar compras por impulso. Una de las cosas que más quebraderos de cabeza puede causarnos son las compras por impulso. Si no eres capaz de controlar el impulso de compra, es mejor que limites tus pagos al dinero que lleves encima. Incluso la tarjeta de débito es desaconsejable en este tipo de compras.
A pesar de que tomemos precauciones como las ya indicadas, los estudios revelan que se tiende a gastar más cuando se compra con la tarjeta de crédito. Esto siempre nos lleva a hacernos la pregunta de si no estaremos haciendo exactamente eso, pero es un riesgo que asumimos al usar este útil método de pago.
Siempre debemos tener presente que las tarjetas de crédito no son una fuente de dinero gratuito, y no debemos tratarlas como si lo fueran. Por el contrario, son una herramienta que, bien utilizada, nos permite usar nuestro dinero de una forma más eficiente.
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