La verdad es que me gusta comprar de segunda mano, especialmente los libros. Pero como es lógico, tiene sus desventajas. Los precios son mejores, pero casi nunca haces una compra totalmente perfecta. Cada vez que oigo hablar de compras de segunda mano, las mismas quejas suelen aparecer una y otra vez.
Por ejemplo, que los artículos no están del todo limpios o que huelen raro. Esto es especialmente cierto en el caso de la ropa, pero la verdad es que no me he encontrado con nada que no se pueda lavar con facilidad.
Algunos libros usados pueden oler a rancio, y lo más probable es que sea porque están algo húmedos y tienen algo de moho. Si esto te ocurre, airéalo delante de un ventilador y después ponlo en una caja con bicarbonato sódico (un plato) durante unos días. El olor debería desaparecer.
Otra queja es que encontrar el artículo que deseamos lleva tiempo si lo comparamos con ir a la tienda y comprarlo nuevo. La clave para este problema es la paciencia. Si alguien piensa que va a llegar y besar el santo cuando compra de segunda mano, salvo que sea un producto muy común, no ha entendido muy bien cómo funciona esto. La clave está en hacer una lista de lo que queremos comprar o vamos a necesitar en un futuro próximo y esperar pacientemente a encontrarlo de segunda mano.
Una sensación que tiene mucha gente es la de comportarse “como un pobre” o ser muy avaro si compra productos usados. Vivimos en la época del culto a lo nuevo, y debido a esa idea catalogamos todo lo usado como “malo” y todo lo nuevo como intrínsecamente “bueno”.
Desde mi punto de vista, muchos artículos usados tienen más vida útil por delante. Libros usados, ropa usada, gadgeds tecnológicos usados… Todos pueden volver a ser utilizados, y en algunos casos, durante bastante tiempo.
Yo me compré hace unos cuatro años una PDA de Dell que, para su época, ya estaba un poco desfasada pero cumplía con su función. A día de hoy, sigue funcionando como el primer día. Ni siquiera he necesitado cambiarle la batería, y además me costó 1/3 de su valor en el mercado si la compraba nueva. Sin embargo, otra PDA de Acer que compré nueva no me duró más de un año. Eso sí, me costó el doble.
La idea de que siempre necesitamos algo nuevo está implantada en nuestro cerebro, y buena culpa de ello lo tienen los publicistas en combinación con las empresas, ya que necesitan vender productos.
En muchos hay gente que está buscando algo muy específico, y que no lo encuentra de segunda mano. En ese caso, por más que nos empeñemos, la especificidad (o la exclusividad) se pagan. Si estás buscando una camisa con rayas azules que sea de algodón, probablemente tendrás que pagar más que si estás simplemente buscando una camiseta sin más.
Si accedemos al mercado de segunda mano con un producto muy concreto en mente, lo más probable es que salgamos decepcionados. Cuanto más genérico sea lo que quieres adquirir, más probabilidades de éxito tendrás.
A veces, si lo piensas bien, te das cuenta de que en realidad no necesitas algo tan específico, y que otra camiseta puede quedarte estupenda.
No podemos olvidar en esta lista de inconvenientes uno que está en la mente de muchas personas: que los artículos usados son basura que nadie quiere. Lo cierto es que, como en el caso de mi fiable Dell, he encontrado montones de productos usados que estaban en perfectas condiciones, principalmente libros, pero también DVDs, CDs, relojes, mochilas…
Estoy segura de que mucha otra gente también ha encontrado auténticas gangas.
Lo sé, también hay muchas cosas que están en malas condiciones, y ese es un riesgo que corremos cuando queremos comprar barato. Hay que tener un vendedor que nos inspire confianza y buscar bien. Yo también veo cosas en los supermercados, especialmente ropa o calzado, que me ponen los pelos de punta. En realidad no hay tanta diferencia.
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