Abre alguna de tus revistas favoritas. Busca una página en la que haya publicidad de un producto – cualquier producto. Míralo con atención durante un minuto. ¿Qué es lo que ves?
Enciende la televisión y pon los anuncios en “fast forward”. Piensa en las imágenes que te llegan a pesar de la velocidad. Ahora, ve durante un rato el programa que tenían grabado, y descubre cuántos productos puedes llegar a identificar.
Cada vez que ves un anuncio o un “product placement”, aunque tu atención no esté centrada en él, tu subconsciente establece una pequeña conexión emocional con el producto.
Es una conexión débil, por supuesto, pero existe. Cuando vayas al supermercado y estés en el pasillo de los detergentes, fíjate en las marcas. Tendrás diferentes reacciones ante cada una de ellas, tanto si has prestado atención a sus anuncios como si no.
Son estas conexiones subconscientes las que hacen que las compras no planeadas sean un peligro. Cuando vamos a la compra sin un plan, basamos nuestras compras en respuestas internas, y aquí es donde todas estas conexiones subconscientes juegan su papel.
Las conexiones conscientes que construimos a través del raciocinio son mucho más fuertes. Cuando vemos un anuncio de un producto o una compañía que no nos gusta, nuestra opinión no suele cambiar. Lo mismo ocurre si el producto nos gusta, tampoco nos afecta en gran medida.
Lo que es más importante, las conexiones conscientes pueden establecerse en base a hechos, opiniones avanzadas y algo de planificación previa. Una lista de la compra bien preparada, por ejemplo, está llena de conexiones conscientes – el conocimiento de los artículos que realmente necesitamos, el conocimiento de las ofertas, el conocimiento de la calidad del producto, etc.
Cuanto más nos apoyemos en datos reales en contraposición a las conexiones subconscientes, mejor. Tomaremos decisiones más inteligentes y compraremos productos para los que tengamos un uso claro. Y lo que es mejor, apoyaremos como consumidores los productos que hagan las cosas bien (precios bajos, ética empresarial, ecología…), y nuestro dinero tendrá una influencia en el mercado.
¿Cómo podemos asegurarnos de que usamos las conexiones conscientes en lugar de las subconscientes cuando vamos a comprar?
Usando la regla de los diez segundos. Cada vez que pienses en comprar un producto de formaimpulsiva, párate y piensa conscientemente acerca de esa compra durante diez segundos. ¿Por qué estás comprando ese artículo?
Usando la regla de los treinta días. Cada vez que tengas que hacer un gran gasto (de más de 20 €, por ejemplo), espera treinta días antes de realizar la compra. Durante ese periodo, aprovecha para informarte mejor sobre el producto y pregúntate si realmente lo necesitas y lo vas a usar.
Usando listas de compra. Haz una lista de compra antes de ir a cualquier tienda. Prepara la lista en casa reflexionando sobre tus necesidades reales. Infórmate también sobre los productos de la lista. Siempre podemos usar Internet y otras fuentes para descubrir cuáles son las mejores ofertas y los productos.
Aprendiendo de nuestros errores. No se trata de martirizarnos cuando hagamos una mala compra, sino descubrir por qué la hicimos. ¿Cuál es la razón que está detrás de esa mala elección? Cuando la hayamos descubierto, tenemos que tratar de encontrar la forma de no volver a caer en el mismo error en el futuro.
Si sabes inglés puedes leer más artículos como este en thesimpledollar.com.