Las hipotecas inversas llegaron a nuestro ordenamiento jurídico hipotecario en el año 2004, y desde entonces han ido ganando terreno poco a poco, penetrando en el conocimiento de jubilados y pensionistas españoles, que ahora ya no se muestran a la defensiva ante ellas, sino que las entienden como un producto muy ventajoso.
Las hipotecas inversas no son más que hipotecas en las que es el banco, y no el cliente, el que paga la cuota hipotecaria, pasando, eso sí, la propiedad de la vivienda a manos de la entidad financiera una vez que se cumple el plazo pactado. Si este plazo es antes del fallecimiento del cliente, éste podrá usar su vivienda en calidad de usufructuario, y si fallece antes, la vivienda pasará a manos de la entidad financiera, reservándose, eso sí, una opción de recompra para los herederos.
Por tanto, estas hipotecas inversas son una opción sencilla y cómoda para las personas jubiladas que viven de su pensión para poder recibir un complemento a sus ingresos mensuales, menguantes con todos los recortes sociales que la crisis económica ha traído consigo, amén del tradicional desfase entre las pensiones de los ciudadanos españoles y de la media de los ciudadanos europeos, cifrado en un 40% a favor de los europeos.
Ello ha llevado a que este primer cuatrimestre de 2011 se haya producido un incremento en la demanda de hipotecas inversas de un 17%, con respecto a los primeros cuatro meses del año 2010, para totalizar 19.900 solicitudes de concesión de hipotecas inversas.
Este incremento de la demanda de hipotecas inversas se ha producido, fundamentalmente, en las grandes ciudades españolas, destacando Madrid, con un 32% y Barcelona, con un 25%, seguidas, pero muy de lejos, por Sevilla, con un 11%.
En definitiva, la sociedad española ha comprendido ya el concepto de las hipotecas inversas, y ha entendido que es una opción más que apetecible para conseguir complementar la pensión mensual que recibe un jubilado, sin que para ello tenga que arriesgar nada, más allá de no dejar el inmueble a sus herederos en el momento del fallecimiento.
No sería de extrañar, por tanto, que en los próximos años el número de hipotecas inversas siga creciendo de forma constante, al menos desde el punto de vista de la demanda, que otra cosa será la oferta, congelada, como en todos los productos hipotecarios.