El mundo de las finanzas personales abarca muchas facetas referidas a la gestión adecuada del capital destinado a la inversión por parte de cualquier individuo o núcleo familiar. La adecuada administración del dinero del pequeño y mediano inversor o ahorrador es primordial cuando nos referimos al ahorro bancario, presupuestos, facturas, deudas, inversión en activos financieros o previsión de futuro pensando en la jubilación mediante la aportación periódica en fondos o planes de pensiones.
Para empezar a plantearse la opción de inversión futura en los mercados de renta variable (bolsa) es por lógica necesario iniciarse de forma progresiva mediante el ahorro, y para ello, lo primero es saber: ¿A qué edad?¿Para qué fin es conveniente realizar la tarea del ahorro? Para estas dudas tan humanas como financieras desde el punto de vista del inversor novel las respuestas son claras… ¡En la infancia! y ¡Para poder gestionar responsablemente nuestro dinero! La búsqueda de unos objetivos claros de futuro como puedan ser la compra de una vivienda, la educación de los hijos, montar un negocio, consolidar una posición económica holgada o simplemente prever la jubilación será motivo suficiente para el planteamiento del ahorro sistemático por parte del individuo.
Los hábitos de ahorro se adquieren en las edades tempranas cuando a los menores se les compra una primera y simple hucha para “guardar los excesos monetarios”, producto de los típicos regalos de familiares o amigos. Esto que puede parecer una nimiedad, no deja de ser el principio de una actitud paternal responsable que a lo largo del tiempo, se convertirá en una correcta visión, comportamiento y actitud ante los retos financieros que les esperan en la vida.
Llegada la edad adulta y conseguido un pequeño o mediano capital, el futuro inversor podrá tomar la decisión de invertir sus ahorros (parte de ellos), por lo que se encontrará con otro dilema: ¿Qué riesgo debo asumir?… Para ello, solo deberá recordar que esto de la inversión bursátil nunca es fácil y a un menor riesgo le corresponderán menores beneficios y viceversa. Los niveles de riesgo dispuestos a soportar son distintos para cada persona y cada perfil inversor se deberá adecuar al tipo de producto financiero elegido siempre de forma asesorada por profesionales del sector.
Desde la imposición habitual del ahorro en un depósito bancario a plazo fijo (sin riesgo), hasta llegar a realizar trading diario con activos de alta volatilidad como las opciones, futuros, warrants o en el mercado de divisas –forex– (por ejemplo), existen muchos niveles de riesgo y muchas posibilidades de beneficios o pérdidas según el resultado final de la gestión realizada en la inversión previamente seleccionada.
¿Cuál es mi objetivo de inversión?
El razonamiento principal para poder responder a esta pregunta es saber la motivación personal para invertir de cada inversor, con esto, se deberá tener presente si la intención inicial es conseguir una rentabilidad que supere los rendimientos de la renta fija, ganar un porcentaje determinado un 5%, 10%, 20%,etc. Por otro lado, la segunda consideración o premisa es: ¿Cuánto tiempo pretendo mantener la inversión? La apuesta inversora pude ser agresiva y de corto plazo, de medio plazo o conservadora y destinada a conseguir unas rentabilidades medias que superen la inflación.
Para finalizar, es muy importante realizar un cálculo meditado, sensato y realista de la cantidad monetaria final destinada como capital a la inversión, teniendo presente antes de proceder a su ejecución las distintas adversidades vitales financieras lógicas y cotidianas que suelen suceder en el futuro más o menos cercano y que requerirán de un aporte de capital de reserva para imprevistos.
Un último consejo sería volver a recordar a los futuros inversores (actuales ahorradores) que solo el aprendizaje, la formación y el conocimiento del mercado o el eficaz asesoramiento profesional, les puede dar las respuestas acertadas ante la dudas iniciales sobre… ¿Cuál es mi objetivo de inversión?
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La frase elegida para este artículo dice así:
Feliz el que reconoce a tiempo que sus deseos no van de acuerdo con sus facultades.
Johann W. Goethe