Muchas veces nos quejamos de que tal o cual empresa de la que somos clientes de sus productos o servicios nos han hecho alguna jugarreta o se ha producido algún suceso que nos ha perjudicado, pero en realidad gran parte de los afectados no saben reclamar, y en el caso de las compañías aseguradoras y sus clientes sucede lo mismo.
Desgraciadamente, la mayoría de las personas toman ante un conflicto con una empresa de la que es cliente: o el chillar por el chillar, las amenazas y el bravuconeo que no lleva a ninguna cosa más al cliente que a desacreditarle por mucha razón que en el fondo tenga, o bien la de esconder la cabeza bajo el ala y no reclamar, cuando la solución es fácil: reclamar adecuada y convenientemente.
En los últimos años hemos avanzado mucho en los derechos referentes al consumidor y en los derechos de los asegurados, como consumidores en este caso de seguros la normativa y el aumento de calidad no se ha quedado atrás, al contrario, en la actualidad incluso existe un organismo independiente y exclusivo del ámbito de los seguros donde acudir en caso de controversia o de problemas con nuestra póliza.
Así, nos encontramos que la actualidad existen varios mecanismos que nos permiten defender y luchar por nuestros intereses, y cabe decir, que los mismos son útiles y eficaces, y decir lo contrario o eso de que el pequeño nunca gana al grande es una falacia. Ahora bien, para ganar y para luchar hemos de hacerlo bien y con cabeza, no chillando ni renunciando a ello, si nos conculcan nuestros derechos debemos seguir unos pasos, ni más ni menos, pero seguirlos.
¿Y cuáles son esos pasos? Dependerá de cada caso particular pero por norma general primero siempre reclamaremos a la propia compañía aseguradora quien en todos los casos cuentan con mecanismos y departamentos de incidencias, y cada vez más se autorregulan y dan respuesta a sus asegurados.
En caso de que eso no nos de resultado siempre podremos acudir a la Dirección General de Seguros, o acudir a informarnos a los lugares habilitados al respecto en nuestra población (como por ejemplo oficinas al consumidor), y en último caso, siempre nos quedarán los órganos de arbitraje y los tribunales. En definitiva, todos ellos órganos donde realmente se dirimen los conflictos, no enfadándonos, insultando o en la calle.