Quién no conoce esa famosa frase que algunos utilizaban para ligar: ¿estudias o trabajas? Pero hoy no hablamos de eso, sino de productos financieros, en concreto dos: los depósitos y los fondos de inversión. Dentro de cada uno, veremos los más habituales, que en los depósitos son los que te ofrecen un interés fijo y en los fondos tendremos los de renta fija y variable. Pero antes de empezar debo preguntarte: ¿tú ahorras o inviertes?
Los Depósitos a Plazo, el ahorro es la virtud del sabio
Los depósitos a plazo o imposiciones a plazo (IP), son operaciones financieras en que el ahorrador cede un dinero a una entidad, por un período de tiempo y esta le ofrece a cambio una rentabilidad. Un ejemplo lo tenemos en este depósito a plazo fijo. Una de sus características esenciales, es la seguridad, tanto de la inversión, como de las rentabilidades. Dentro de ellos tenemos los que ofrecen una rentabilidad fija o variables, estos últimos normalmente referenciados en algún indicador, como pueden ser un grupo de acciones o el IBEX. Para la liquidación, se utiliza una sencilla fórmula basada en el interés simple, si el plazo es menor que 1 año y de interés compuesto, si este es mayor, ambas las exponemos a continuación:
Este producto financiero está indicado en perfiles que buscan la seguridad, aún debiendo sacrificar parte de la rentabilidad y en personas que prefieren gestionar ellos mismos sus ahorros. Por otro lado, existen multitud de ellos y la inversión inicial es muy variada, incluso los hay que no exigen un mínimo. Eso sí, hoy en día con la bajada de tipos oficiales, por parte del BCE, los intereses que nos ofrecen están disminuyendo y se prevé que lo hagan aún más.
Los Fondos de Inversión, el que no invierte no gana
Sí bien es cierto que un tipo de fondos, los de renta fija, podrían ser considerados idóneos para ahorradores, hemos creído necesario hacer la distinción entre ahorrador e inversor. El motivo es que en este caso, existe una gestora profesional que decide la composición del fondo, por tanto, podríamos hablar de inversor. Un ejemplo lo tenemos en este fondo de inversión, que por ejemplo invierte el 75% del patrimonio en acciones del mercado latinoamericano.
Estos productos ofrece la posibilidad de invertir en determinados activos financieros, como pueden ser las acciones, deuda pública o derivados, entre otros, pero también en activos monetarios (divisas). Por tanto, al igual que ocurría con los depósitos, hay dos tipos básicos, los que ofrecen menos rentabilidad y más seguridad y a la inversa. Un concepto que debemos tener en cuenta es la rentabilidad efectiva del fondo, para ello podemos utilizar esta fórmula:
El motivo de la expresión (1-0,21) es descontar la retención fiscal, que es el 21%. Su característica principal es que son colectivos, es decir, cuando adquirimos uno de ellos, en realidad estamos percibiendo una parte del mismo, de manera que se puede utilizar la economía de escala, debido a la multitud de personas implicadas. Un producto indicado para quienes quieren invertir, pero sin los riesgos de hacerlo individualmente, de manera que un experto se encarga de decidir según las premisas del propio fondo.
En definitiva, podemos hablar de depósitos fijos y variables, en los segundos los intereses van a fluctuar pero nos garantizan un mínimo y por tanto hay una seguridad, a cambio eso sí de una rentabilidad más moderada y de fondos de inversión, principalmente en renta fija o variable y que dentro de ellos, las ganancias dependerán del nivel de riesgo, que es menor en los primeros.
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