Aunque algunas veces puede tener sentido que hagamos grandes esfuerzos financieros o físicos en un corto espacio de tiempo para obtener resultados visibles más rápido y sentirnos motivados, por lo general hacer las cosas paso a paso, con un poco de trabajo diario (aunque sea aburrido), es lo que nos lleva al éxito.
En el caso de nuestra forma física, está demostrado que las dietas para perder peso de forma rápida normalmente no funcionan. Las estadísticas demuestran que, aunque al principio se pierde peso con cierta rapidez, la mayoría de las personas vuelven a recuperarlo y, en ocasiones, con unos cuantos kilos más. Este tipo de dietas no suelen proporcionar una pérdida de peso sostenida en el tiempo ni ser beneficiosas para la salud.
Queremos creer en una fórmula mágica pero, lamentablemente, la manera más efectiva de mantener la línea es combinar una dieta saludable y baja en calorías junto con ejercicio un día tras otro tras otro…
Cuando veo los reportajes de las revistas explicando las últimas dietas de moda, me acuerdo de los anuncios de la lotería – es más fácil soñar que remangarnos y hacer el trabajo duro. Por eso la gente pone su fe en la dieta de la alcachofa, la de la papaya o cualquier otra estrategia. En realidad, cualquier dieta que pretenda superar la pérdida de un kilo a la semana no es realista, como no lo es esperar a que nos toque la lotería.
Con las dietas, igual que con las finanzas, es mejor no dejarse llevar por las promociones. Si suena demasiado bueno como para ser verdad, probablemente no lo sea.
¿Es cierto que los resultados rápidos nos dan la motivación necesaria para seguir adelante? O en el caso de las dietas, ¿recortar al máximo la ingesta de calorías y hacer mucho ejercicio para obtener resultados no me inspirará a seguir adelgazando?
Porque, si te ves bien, es absurdo no querer seguir así, ¿no es cierto? Sin embargo, estadísticamente está probado que se vuelve a ganar el peso perdido, así que parece que no hay una motivación suficiente. Hacer esto es como tratar de pasar de un extremo a otro: de comprador compulsivo a ahorrador frugal de un día para otro. Lo más probable es que fallemos en nuestro propósito y esto afecte negativamente a nuestro estado anímico y a nuestra capacidad para mantener unas finanzas saneadas o una dieta saludable.
En el caso de las finanzas, si nos damos cuenta de que nuestros hábitos de gasto están dañando seriamente nuestra economía, intentar recortar con mucha brusquedad, como en las dietas rápidas, puede conducirnos a una recaída aún peor, a sentirnos privados de nuestras “necesidades” y de la alegría de vivir. La mejor manera de encarar el asunto es buscar poco a poco distintas formas de ahorrar y marcarnos objetivos que sean realistas porque, ¿de qué sirve que ahorremos 400 € en un mes si los gastamos al siguiente? Cierto que las grandes cantidades son muy suculentas y nos pueden ayudar a recortar más rápidamente, pero las pequeñas también importan, tanto para ahorrar como para salir de deudas.
Otro punto importante es no perder el tiempo buscando el plan de ahorro perfecto sino dejar de posponer las cosas y empezar desde ya, porque ni en las dietas ni en las finanzas hay una respuesta única. Todos somos distintos y lo importante es encontrar el plan que se adapte a nosotros y nos funcione – y no tiene por qué ser el que la mayoría considera como “el mejor”.
Por último, recordar que aunque tengamos recaídas o malos momentos, lo importante es mantener los buenos hábitos que hayamos ido adquiriendo. Todos caemos en la tentación o cometemos errores, así que tener un resbalón en nuestro camino hacia el objetivo, sea éste una dieta o el pago de nuestras deudas, no debe desmoralizarnos y hacer que renunciemos a él.
Desgraciadamente, todos estos procesos son bastante aburridos y repetitivos, pero los beneficios son enormes.
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