Hace un par de años, un viejo amigo mío se compró una casa estupenda, muy cara y bastante más grande que la casa en la que yo vivo ahora, y con mejores muebles. Fuimos a la Universidad juntos y, tras acabar la carrera, él empezó a trabajar por el salario mínimo y hacía solo un año, más o menos, que tenía un salario estable cuando hizo la compra.
¿Cómo se lo puede permitir?, me preguntaba. Así que lo hablé con él, y se limitó a sonreírme y decir que tenía unos buenos “ingresos extras”.
Durante algún tiempo estuve intrigada, pensando si habría ganado algún premio en la lotería o algo así. Al final, me enteré de que sus padres le habían comprado la casa.
A día de hoy, este antiguo amigo y yo apenas nos vemos. Aunque su salario no es gran cosas (hasta donde yo sí), conduce un Audi y está siempre comprando una cosa u otra. Pasa su tiempo libre con amigos que también adoran las compras – y por eso no son un grupo con el que quiera salir mucho.
Lo que me parece más interesante, sin embargo, es su convicción de que los ahorros de sus padres son suyos para gastarlos como le parezca.
Para algunas personas, este sería un buen arreglo. Entiendo el deseo de un padre de que su hijo tenga la mejor calidad de vida – asegurarse de que es feliz, de que tiene un estatus social y las cosas que necesita. También puedo entender, en parte, lo agradable que debe ser tener todo lo que quieras sin necesidad de ganártelas.
El problema es que no es una solución permanente – y cuando falle, toda la familia sufrirá por ello.
En esta situación, sus padres se están haciendo mayores, y sus pensiones ya no son tan altas como lo eran sus salarios. Salvo que hayan acumulado una gran cantidad de dinero, va a haber un momento en que les cueste llegar a fin de mes. Si llegan a necesitar sus ahorros y sus inversiones, se darán cuenta de que ya no tienen.
Por otra parte, cuando el apoyo de los padres desaparezca, el hijo tendrá que enfrentarse a la vida sin haber aprendido a ganársela. De hecho, el estilo de vida del hijo está muy lejos de lo que se puede permitirse por sus propios medios. A no ser que ese hijo sea una persona muy centrada y consciente de las circunstancias, va a pasar por un periodo muy difícil, cargado de deudas y teniendo que hacer enormes cambios. Será un terremoto que sacudirá su vida por completo.
Si estás en una situación parecida, lo mejor que puedes hacer es empezar a distinguir el dinero de tus padres de tus propias finanzas. Y es mucho mejor hacerlo despacio que hacerlo de golpe, en medio de un shock y sin los apoyos que solías tener.
De esa forma, el hijo puede mantenerse por sus propios medios y los padre pueden mantener unos ahorros que tal vez terminen por necesitar.
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