Existe un dicho que dice lo siguiente “todo es negociable en la vida menos la muerte”, incluso esta es negociable añadiría yo. Pero bien este no es un lugar de debate filosófico y por ende no entraremos a discutir ni analizar el dicho, pero si que este dicho nos permite situar que cuando vamos a contratar un seguro a priori todo es negociable, incluso la periodicidad en el pago de las pólizas.
Lógicamente que todo se pueda negociar no significa que todo lo podamos cambiar, incluso en la mayoría de los casos, en la mayoría de los seguros nos ofrecen una póliza tal y como la compañía la ofrece y si nos interesa bien y de no interesarnos nos vamos a otra compañía. Pero en realidad no es que no se pueda negociar, es que ofrecen unos productos estándar y nosotros si somos un simple particular no tenemos la fuerza de modificar esas condiciones. ¿En caso de pólizas millonarias sucede lo mismo? No, en ese caso se discute y negocia hasta la última coma del condicionado.
Y si bien en muchos casos por nuestra condición nos será muy difícil de negociar diferentes condiciones a las preestablecidas, una de las que más podremos modificar es la de la periodicidad de pago en las primas. En algunos casos, tampoco será así y nos ofrecerán una sola opción o una gamma de opciones y deberemos aceptar, pero en algunos casos siempre dentro de los baremos establecidos de la gama que nos ofrezcan podremos escoger.
Las formas de pago más habituales son dos, por una parte están los seguros de prima única (se pagan una única vez y ese pago cubre toda la naturaleza y vigencia del seguro), y las de prima periódica. Entre esta última las formas periódicas de pago más comunes son: el pago anual, semestral, trimestral o mensual. También pueden existir otras opciones bimensuales, cuatrimestrales o demás, pero estas últimas son de índole menos común.