Todos hemos experimentado en persona o visto (aunque sea en la ficción) a un grupo de chicos mayores que rodean a uno más pequeño a la puerta del colegio y lo empujan o lo golpean hasta conseguir que les dé el poco dinero que llevaba encima. Algunas veces el chico idea una estrategia que les libra de los matones, y otras veces se convierte en una víctima indefensa.
Ahora que somos adultos podemos pensar que ese tipo de acoso, bien por dinero o bien por diversión, ha quedado atrás. Después de todo, sólo son cosas de patio de colegio – las tonterías y los tormentos de la escuela están en el pasado de la mayoría de nosotros, ¿no?
La verdad es que incluso como adultos, nos podemos ver sometidos a distintos tipos de acoso, en muchos casos más sutiles – y la forma en la que reaccionamos muchas veces determina nuestro futuro.
¿No me crees? Toma en consideración alguna de estas ideas.
La publicidad es una forma de acoso. El propósito de un anuncio publicitario es hacerte sentir que eres menos si no tienes un determinado producto. En esencia, es un acoso de tipo psicológico que pretende que consideres a la gente que tiene ese producto superior.
«No ser menos» es una forma de acoso. Una vez más, cuando tus compañeros, tus amigos o tus vecinos tienen un cierto status y unos objetos y productos acordes con dicho estatus, esto puede hacer que sientas celos y una sensación de inferioridad. Ellos tienen ese estupendo coche nuevo y tú no – ¿por qué no? Una vez más, cuando compras con la idea de «no ser menos» en mente, estás cayendo en la trampa mental de sentirte superior cuando tienes cosas que los demás no tienen, e inferior cuando ellos tienen cosas que tú no posees – acoso mutuo.
Un jefe que te fuerza a trabajar también sábados y domingos es un acosador. Y lo es porque tiene el poder de administrar tu libertad y lo sabe. Es un jefe que se da cuenta de que dependes del trabajo que él te ofrece económicamente, ya que tu situación si te despidiera sería desastrosa. Así que use ese poder como una porra con la que golpearte y someterte para lograr que le dediques cada vez más tiempo y energía a su negocio.
Afortunadamente, tenemos armas que podemos usar contra estos acosos económicos.
La mayor de todas es tener un sentimiento apropiado de lo que es «suficiente». No necesitas tantas cosas, ni cosas mejores. Si estás leyendo esto desde tu casa probablemente ya posees una cierta abundancia material en tu vida. Por supuesto que es perfectamente normal tener algunos deseos en ese sentido, pero eso es todo lo que son, deseos. No definen quién eres y no son un requisito para vivir bien. Lo más probable es que ya tengas suficiente.
Otra arma es la autoconfianza. No necesitas ningún producto para ser valioso – ya lo eres. Piensa en todas las personas que se preocupan y se interesan por ti. Tienes infinitas oportunidades para hacer muchas cosas a lo largo del día que merezcan la pena.
También es un arma muy poderosa la independencia financiera. Si has sido cuidadoso con los gastos y estás en una posición económica que posibilita que la pérdida de tu empleo no se convierta en el fin del mundo, significa que tienes una amplia independencia financiera. No pueden someterte por tu necesidad de un salario, lo que te da la libertad de asumir riesgos en el trabajo y explorar nuevas áreas de empleo potenciales sin que te asalte el pánico o te sientas permanentemente asustado.
Al final, la solución al acoso, de cualquier tipo, suele están en nuestras manos. ¿Vamos a dejar que el mundo nos diga lo que tenemos que hacer, o vamos a escoger nuestro propio camino con la cabeza bien alta?
Si este artículo te ha parecido interesante y hablas inglés, pásate por thesimpledollar.com.