Digamos que te encuentras con una amigo por la calle y te dice, “Si haces un simple cambio en tu estilo de vida y te comprometes a mantenerlo durante un año, te daré 365 euros cuando el año termine.” ¿Qué dirías? Es muy probable que la oferta te interesara, ¿no? Al fin y al cabo, 365 euros son 365 euros. Es una cantidad nada despreciable para buena parte de los españoles. Como es lógico, querrías saber en qué consiste ese “pequeño cambio”.
Digamos que te gusta el café. ¿Beberías uno o dos menos al día por 365 euros?
Digamos que dejas el ordenador encendido todo el día. ¿Lo apagarías cuando no estuvieras utilizándolo por 365 euros?
Digamos que vas al supermercado dos veces a la semana. ¿Iría una sola vez por semana, o tres veces cada dos semanas, por 365 euros?
La realidad es esta: haciendo esos pequeños cambios conseguirías esos 365 euros al año. No necesitas que ningún amigo te los dé.
Esos pequeños cambios pueden ahorrarte un euro al día (más o menos, dependiendo de tu estilo de vida). Y si los mantienes durante un año, voilà, ya tienes tus 365 euros.
El reto de muchas medidas frugales está en nuestra perspectiva. Cuando hablamos de cambios tales como reutilizar las bolsas de plástico, ahorrando solo unos céntimos de euro cada vez que hacemos la compra, la mayoría de la gente ni siquiera se dignarían a considerarlo. No harían cambios ni siquiera por un euro porque piensan, “¡bah, es solo un euro!”.
Sin embargo, son esos pequeños detalles los que se van sumando en el debe de la cuenta corriente. Es fácil que los pasemos por alto porque estamos mirando solo a cada acción individual, no a la cantidad total al año que podemos ahorrarnos, ni a la cantidad de dinero que algunos cambios en nuestras costumbres pueden suponer con el paso del tiempo.
Poca gente se molestaría en ahorrarse 18 céntimos diarios, pero al cabo de un año esos 18 céntimos suman 65,70 euros, dinero más que suficiente para cenar razonablemente bien en algún sitio agradable, pagar parte de los gastos del coche o comprar algo de ropa.
En otras palabras, la clave está en nuestra perspectiva de las cosas.
Cuando hacemos este tipo de cambios en distintas áreas de nuestra vida a la vez, acaban por sumar una buena cantidad de dinero. Digamos que descubrimos quince pequeños cambios distintos que podemos hacer para ahorrarnos aunque solo sea 18 céntimos diarios con cada uno. Al finalizar del año, descubriremos que hemos ahorrado 985,5 euros. Podemos estar hablando del pago de un mes completo de hipoteca, o de unos tres pagos del coche nuevo, o de unas pequeñas vacaciones familiares.
Lo interesante es que este dinero aparece por lo general de tal forma que no lo notamos directamente. Un buen día, al pagar los recibos, nos damos cuenta de que hay más dinero en el banco del que solíamos tener.
El truco reside en buscar cambios que podamos hacer sin que afecten a las cosas que realmente valoramos en la vida. Todos somos distintos y valoramos cosas diferentes, así que ideas para ahorrar que son perfectas para unos no son aplicables a otros. Busca cosas que te sirvan y descarta el resto.
Es normal que nos deslumbremos con grandes cambios, pero esos grandes cambios suelen ser realmente duros de hacer. Son los pequeños cambios – los que apenas notamos en cuanto pasan unos pocos días – los que se van acumulando, a menudo sin que lleguemos a percibir un cambio real.