Hay montones de libros, programas, seminarios, DVDs y muchos otros productos que se basan en el mito de la vida excepcional para conseguir ventas. Todos ellos utilizan el reclamo de explicarnos cómo conseguir que nuestras vidas también sean excepcionales, explicarnos todos los secretos para llegar hasta ahí.
Hay ciertos valores en la vida que solo tienen un ingrediente en común: nosotros mismos. Gastar menos de lo que ganamos. No hacer las cosas solo para impresionar a los demás. Descubrir nuestras auténticas pasiones… Nosotros somos los que, finalmente, tomamos las decisiones del día a día, los que decidimos a dónde nos lleva nuestro futuro.
Por eso la idea de una vida excepcional es, en líneas generales, un mito. Una vida excepcional está basada de forma inherente en un juicio que hacemos sobre nuestra vida basándonos en lo que hacen los demás. A fin de cuentas, solo puedes ser excepcional si hay otros a tu alrededor que no lo son.
Creo que todos, en mayor o mayor medida, hemos soñado con tener una vida excepcional en comparación con la que llevamos o con la que tuvimos de niños. Una vida que inspirara envidia en los demás y orgullo en nuestra familia.
Esta carrera de comparaciones hacia la vida excepcional no tiene fin. Nunca podremos sentir que nuestra vida es realmente excepcional. Siempre tendremos personas a nuestro alrededor que estén en un plano de igualdad, y podremos pensar que su vida es mucho mejor que la nuestra.
Lo que realmente debemos hacer es trabajar desde la perspectiva de nuestros propios estándares. Una vida estupenda no llega cuando nos comparamos con los que nos rodean, sino cuando llevamos un estilo de vida que nos hace felices a nosotros y a los nuestros.
¿Qué te hace feliz? En mi caso, es la oportunidad de trabajar en lo que me gusta y de pasar tiempo con los que quiero. También tener una vivienda propia y algunos gadgets electrónicos e informáticos que satisfagan a la geeky que hay en mí. Tal vez llegar a publicar una novela algún día, lo cual sería ya la culminación de uno de mis sueños.
Es muy probable que las cosas que nos hacen felices no sean precisamente excepcionales. Puede que sean hasta aburridas, o pueblerinas. En realidad, eso no importa. No juzgo mi vida ni mis objetivos con los estándares de otros, sino con los míos propios.
Te recomiendo que adoptes esta actitud. Piensa en lo que tú quieres, y en cómo deseas que sea tu vida dentro de cinco años.
Tal vez sea algo realmente “excepcional”, como dar la vuelta al mundo. O algo tan cotidiano como levantarte temprano todas las mañanas para ir al trabajo. Todos tenemos distintas aspiraciones.
Lo importante es que enfoquemos nuestros esfuerzos en conseguir las cosas que realmente son importantes para nosotros, no las cosas que les importan a los demás. Para hacerlo, es fundamental que nos fijemos unas metas que alcanzar.
¿Cuáles son las tuyas? ¿Qué estás haciendo para llegar a ellas? ¿Dejas que la opinión de otros te influya a la hora de marcarte objetivos.
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