El precio de la vivienda sigue cayendo

Según ha publicado el Instituto Nacional de Estadística esta pasada semana el precio de la vivienda sigue en caída libre, marcando una contracción del 6,8% en el segundo trimestre de este año, en comparación con el mismo período del año 2010, superando incluso la ya importante caída que se había producido en el primer trimestre, con un 4,1%.

En términos generales, la caída del precio de la vivienda desde que comenzara la crisis ahora ya hace cuatro años, asciende al 16%, en valores estadísticos, lo que supone, según todos los expertos hipotecarios, una caída del 23% en términos reales.

Una caída que no ha sido igual en todas las zonas geográficas, ya que se ha concentrado especialmente en las zonas costeras, destinadas principalmente a segundas residencias, algo que poca gente se puede permitir hoy en día, dejando respirar a las zonas urbanas y, muy especialmente, a las grandes capitales de provincia donde la demanda se ha mantenido más o menos estable.

Por otro lado, la caída de precios ha sido más notoria en las viviendas de segunda mano, con una fuerte caída del 8,3% en el segundo trimestre, y de un 6,4% si contabilizamos los dos primeros trimestres del año 2011, siempre en relación con el mismo período del año anterior. Las viviendas nuevas, sin embargo, parecen haber soportado un poco mejor la crisis, con una caída del 5,2%, en el segundo trimestre, y del 2,7% para el conjunto del año.

Los analistas del sector y los propios agentes que participan del mismo están de acuerdo en afirmar que la caída de precios se mantendrá durante este año 2011 y muy probablemente durante la primera mitad del año 2012, ya que los elementos que la están provocando siguen vigentes en nuestra realidad económica diaria.

Por un lado, las entidades financieras siguen sin abrir el grifo del crédito con lo que evitan que gran parte de la demanda se convierta en demanda efectiva. Después, las elevadas tasas de desempleo y la incertidumbre general que sacude al mercado laboral provoca que haya muchas dudas sobre la posibilidad de incurrir en una inversión o gasto tan a largo plazo. Y, por último, todo ello se junta con la ingente cantidad de viviendas construidas pero sin vender que pueblan nuestro país.

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