Grecia ha dejado a toda Europa pasmada al convocar un referéndum sobre el plan de rescate que habían acordado los líderes europeos la semana pasada. Esta sorpresiva decisión, anunciada por el primer ministro griego Giorgios Papandreu, pone en duda los esfuerzos para rescatar al euro y anticipa semanas de turbulencia en los mercados antes de que se lleve a cabo la votación. Un ministro finés ha llegado a declarar que en realidad lo que Grecia votará es si sigue o no dentro del euro. Lo cierto es que los líderes europeos están que trinan.
Tras el anuncio, los mercados empezaron a caer. Las bolsas alemana y francesa se dejaron más de un 3%, siendo los bancos los mayores perdedores. El índice FTSE de Londres bajó un 2,5% y el euro se depreció un 1,3% desde el lunes.
Las acciones del Commerzbank, el segundo banco alemán, se desplomaron un 10% y las del Deutsche Bank un 8. Un economista del Bremer Landesbank comentaba que un rechazo por parte de Grecia del plan de rescate que proporcionaría a Atenas 130.000 millones de euros sería un movimiento “suicida”.
Papandreu ha sufrido muchos abandonos mientras sigue desafiando las protestas públicas – a veces violentas – y las huelgas, imponiendo las medidas de austeridad demandadas desde fuera del país y, por lo tanto, cree necesitar un mayor apoyo político para dichas medidas. Este referéndum busca pues el apoyo popular.
Sin embargo, existen serias dudas sobre si los griegos respaldarán el rescate. Una encuesta llevada a cabo el sábado mostraba que un 60% de los encuestados consideraban el acuerdo negativo o posiblemente negativo.
Desde la coalición de Angela Merkel se respira irritación ante el anuncio de Papandreu. Un miembro de la misma ve este movimiento como el de alguien que intenta escaparse para no cumplir con lo pactado, y ve el referéndum como algo extraño. Por lo tanto, opina que todo lo que se puede hacer es tomar medidas cautelares en caso de que Grecia caiga en la bancarrota porque, si no cumple con las condiciones acordadas, llegará un momento en el que no tendrá más dinero y no le quedará otra salida que declararla. En todo caso, da la sensación de que el anuncio ha pillado al gobierno alemán por sorpresa.
Y no son los únicos. El ministro de exteriores sueco Carl Bildt twitteaba tras conocer la noticia: “No entiendo qué es lo que Grecia pretende votar en este referéndum. ¿Hay otras opciones reales?”.
Lo peor es que el resultado de la votación no solo puede precipitar la bancarrota griega en caso de que el plan sea rechazado, sino que puede arrastrar a economías más grandes como la italiana o la española.
Teniendo en cuenta que no se espera que los griegos sean llamados a las urnas hasta enero, a Europa le quedan por delante dos meses de incertidumbre con respecto a la crisis de deuda – un gran revés tras la reunión de emergencia de la semana pasada, que pretendía restaurar algo de calma en los mercados financieros. Las esperanzas de un repunte durante este final de año han saltado por los aires, así como las intenciones de convencer a naciones como China o Brasil para poner dinero en el nuevo fondo de rescate europeo.
En Grecia, los partidos de la oposición y los periódicos del país han criticado duramente a Papandreu por una decisión que consideran frívola y peligrosa, y que en todo caso aporta más parálisis e incertidumbre a corto plazo.
En el ínterin, tendremos tiempo para todo tipo de preguntas. ¿Se declarará Grecia en bancarrota? ¿Saldrá del euro? ¿Qué repercusiones tendría esto para la moneda única y para la crisis de deuda? ¿Cuál sería la depreciación del dracma? ¿Se instauraría un corralito para evitar una fuga masiva de capitales? ¿Qué impacto podría tener finalmente sobre la economía española? De momento, nos quedamos con la duda.