Según los datos aportados por la Asociación Hipotecaria Española (AHE), el saldo hipotecario sostenido por las entidades financieras española experimentó su mayor descenso de la historia durante el mes de agosto con una caída de 56.698 millones de euros, en tasa interanual, es decir, un 5,19%, para totalizar 1,033 billones de euros.
Este descenso, y los que se vienen experimentando en el saldo hipotecario de las entidades financieras españolas desde que estallara inmobiliaria, chocan de frente con los incrementos del más del 20% que se experimentaban durante aquellos años de bonanza.
Las razones esgrimidas por los analistas hipotecarios para este descenso generalizado del saldo hipotecario se centran en la contracción de oferta hipotecaria que se viene experimentando en nuestro país como consecuencia del incremento del riesgo de morosidad, por un lado, y de las dificultades que encuentran las entidades financieras para obtener financiación en los mercados internacionales, por otro.
En cuanto a la morosidad, la propia Asociación Hipotecaria Española ha publicado datos del mes de agosto en los que se establecen que la tasa de morosidad hipotecaria en nuestro país se situó en el 2,47%, con las cajas de ahorro llevándose la peor parte, con una tasa de morosidad del 2,49%, mientras que los bancos tuvieron mejor fortuna con un 2,32%.
Por lo que se refiere al desglose por entidades financieras, nos encontramos con que la mayor caída porcentual en el saldo hipotecario se produjo, a su vez, en las cajas de ahorro, que vieron como su saldo vivo se fijó en el octavo mes del año en 561.520 millones de euros, lo que supone un descenso del 6,14% con respecto al año anterior.
Por su parte, los bancos cerraron agosto con un saldo vivo de 387.499 millones de euros, lo que supone un descenso del 4,10%, las cooperativas de crédito cerraron con 68.736 millones de euros, descendiendo un 3,94%, mientras que los establecimientos financieros de crédito cerraron agosto en 16.677, para determinar un descenso del 3,16%.
En definitiva, nos encontramos con que la crisis hipotecaria todavía está muy lejos de haber llegado a su fin y que todavía nos esperan unos años de dificultad hasta que las nuevas contrataciones hipotecarias puedan compensar las amortizaciones realizadas.