Con este curioso nombre me refiero a la gente que necesita demostrar lo valiosos que son para los demás invitándoles a todo tipo de cosas.
Se trata de otro ejemplo de baja autoestima que te puede afectar a ti y a tus finanzas. No es muy diferente de la persona obsesionada con aparentar más que su vecino, aunque en otra vertiente.
Solo tenemos la necesidad de impresionar a otros si pensamos que de alguna forma estamos obligados a hacerlo, que no somos lo suficientemente valiosos por nosotros mismos para que los demás quieran estar con nosotros.
¿Compras ropa porque te sienta bien o porque quieres impresionar a los demás?
¿Compras gadgets electrónicos porque les das un uso real, o los compras pensando en enseñárselos a tus amigos?
¿Sales a cenar y te haces cargo de la cuenta porque se trata de una ocasión especial, o porque le quieres hacer la pelota a alguien?
¿Gastas un montón de dinero en redecorar tu casa porque va a mejorar tu vida y te va a hacer sentir más a gusto o porque quieres que la admiren tus invitados?
En otras palabras, ¿tu valor personal deriva de tu propia valía o de lo que otros piensas que vales?
Durante una época de mi vida, medía mi valor en función de lo que otros pensaran de mí. Era «guay» si los demás pesaban que lo era. Tenía valor si los demás creían que lo tenía. Esta actitud conlleva un montón de problemas, por supuesto. Sólo estoy señalando los más relevantes.
El primero es que la gente es muy voluble. Puede que des una gran imagen un día, pero a la mañana siguiente ya no importa. ¿Por qué? Cuando alguien se forma una opinión de ti, es muy difícil alterar esa opinión, y es algo que no se suele lograr con dinero. Por supuesto que en el corto plazo puedes ganarte su atención, pero a la larga revertirán a su opinión inicial.
El segundo es que la única persona con la que tienes que vivir eres tú. Al final del día, cuando cierras la puerta, eres la única persona que queda. Todo el dinero que te has gastado en impresionar a otras personas es el que has perdido para hacer las cosas que quieres. Puedes tener un coche nuevo que deje a la gente sin aliento, pero cuando llegas a tu casa por la noche, ¿tienes la vida y la carrera profesional que querías? ¿Te sientes realizado?
A mí me llevó un cierto tiempo darme cuenta que todo el dinero que me gastaba no servía de nada si estaba sola. Lo que la gente opinaba de mí no tenía nada que ver con las cosas que compraba, sino con mi carácter.
Pasar tiempo con la gente, escuchándoles de verdad, y ayudándoles cuando puedes (aunque no sea de forma material) te reportará una mejor imagen, mucho mejor que invitarles a una cena.
A mí me llevó mucho tiempo descubrir lo que no me compensaba cuando esta sola. Pensaba que con invitar bastaba. A día de hoy soy consciente de que la mejor ayuda que puedo ofrecer no tiene nada que ver con el dinero. Lo importante es pasar tiempo con la gente a la que quieres, escucharles, y no intentar impresionarles.
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