Este sistema consiste en hacer un presupuesto al principio de cada mes y poner aparte los fondos para:
Todos los gastos fijos (renta, hipoteca, electricidad, comida).
Cualquier gasto único (un billete de avión, un regalo de boda).
Y, por supuesto, algunos ahorros (alrededor de un 8% de tu salario líquido, por ejemplo).
Tras distribuir este dinero, sacas todo lo que te reste del banco y lo divides en varios sobres, uno por cada día del mes. De ese modo cada día abres un sobre y ahí tienes tu dinero en efectivo para llevar en la cartera. El hecho de dividir el dinero en varias parcelas puede suponer un paso psicológico importante.
Si tienes todo el dinero junto y a mano, aunque tu intención sea coger la cantidad correcta cada día, siempre tendrás la tentación de hacer usar más si te ves un poco apretado económicamente. Invirtiendo algo de trabajo en la división del dinero, el mero hecho de «hacer trampa» y usar más de lo que has presupuestado para el día te hará sentir que estás desperdiciando tu trabajo, en lugar de simplemente estar cogiendo un anticipo.
Una dieta de “sólo efectivo” puede resultar eficaz a la hora mantenerte honesto en tus hábitos de gasto. Hay dos formas en las que puedes repartir el dinero. La primera es separar una cantidad para los días entre semana y doblarla en fines de semana y vacaciones. También puedes separar una misma cantidad para todos los días por igual, sin distinciones.
Algunas ventajas de este sistema son:
Como este presupuesto cubre desde el principio tanto los gastos fijos como los ahorros, no tendrás que sentirte culpable cuando gastas el dinero que hay en los sobres. De hecho, el propósito de dichos sobres es que tengas dinero en efectivo para gastar.
Gastar sólo efectivo hace que no puedas distanciarte de tus finanzas. En todo momento ves físicamente el dinero que estás gastando.
Aunque el dinero de cada sobre está destinado al gasto, puedes ahorrar un poquito cada día. Así tendrás un colchón para poder permitirte salir alguna noche, ir al cine, comprar un buen libro, etc. Y a la mañana siguiente todo volverá a la normalidad, sin que te hayas salido del presupuesto. Sentirás que tienes dinero en el bolsillo (porque lo tienes), incluso aunque tengas que imponerte un presupuesto estricto.
Lo más importante que se puede aprender con este método es a ser honesto sobre cuáles son tus gastos mensuales. Por ejemplo, un fumador debería presupuestar aparte su gasto en cigarrillos, y no pagarlos con el dinero del día. El sistema por-día está diseñado para cubrir gastos que no se pueden predecir.
Es mejor tener una cantidad de dinero al día menor que fijar una más elevada y gastarla en gastos recurrentes como el del ejemplo anterior. De lo contrario será frustrante y a la larga te hará sentir continuamente en bancarrota.
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