Hace un año tuve una nueva idea para mi diario personal. Cada día, intento escribir las cinco mejores cosas que me hayan pasado.
Empecé a hacer esto para reflexionar sobre las cosas positivas que hay en mi vida y, psicológicamente, es algo que me ha ayudado bastante. Puedo repasar esas listas y darme cuenta de lo buena que es mi vida, incluso cuando a veces las cosas se ponen duras. Cada día, me siento y reflexiono sobre todas las cosas buenas que me han pasado. Tras hacer esto durante algún tiempo, mi ánimo está mucho mejor.
Ahora que llevo un año haciéndolo, he decidido que voy a cuantificar las cosas que he escrito. ¿Cuántas de ellas tienen que ver con mi pareja? ¿Cuántas con mi trabajo?
Y probablemente lo que más interesa de todo, ¿cuántas de esas cosas tienen que ver con gastar dinero?
Aquí están los resultados (redondeados).
El 61% de las cosas que he escrito no tienen nada que ver con gastar dinero. Tienen que ver con mi trabajo, con mi familia, con pasar un buen rato charlando con mis amigos o con mi pareja, etcétera.
Otro 35% se refieren a cosas que se relacionan tangencialmente con gastar dinero. Por ejemplo, preparar una buena comida, ya que tienes que comprar la comida que quieres hacer.
Sólo un 3% de las cosas que apunté tienen que ver directamente con actividades de consumo. Un ejemplo de estas cosas sería la depiladora eléctrica que me compré a mediados de año y que realmente funciona a las 1000 maravillas. Además la conseguí a través de una tienda de Internet por un precio bastante menor del que esperaba encontrar. Por el contrario, muchas de ellas obedecen a haberme dado cuenta a tiempo de que una compra que iba a hacer en realidad no era urgente o no merecía la pena, y por lo tanto no haberla hecho.
Está claro que los mejores momentos de mi vida no tienen mucho que ver con gastar dinero, sino con pasar tiempo con mis seres queridos, o con escribir o aprender cosas nuevas. Tienen que ver con la conversación y la compañía, con la lectura y el crecimiento intelectual.
Esto no quiere decir que haya aumentado mis viajes a la librería, o que me dedique a busca gangas para comprar en Internet. Es cierto que estas actividades generan un placer inmediato, pero en cuanto piensas en ello al poco tiempo -por ejemplo al final del día – tienes una mezcla de sensaciones positivas y negativas, porque en parte te arrepientes de haber gastado dinero.
En lugar de eso, las buenas sensaciones puras de mi vida son gratis. Abrazar y besar a mi novio cuando lo veo. Conversar con alguna amiga. Una sonrisa…
Si crees que no puede ser, inténtalo tú mismo. Pruébalo durante una semana. Es el desafío que te hago.
Durante una semana, no gastes nada que no sea esencial. No vayas a comprar a la librería ni a la tienda de ropa. No hagas los típicos gastos que sueles hacer – sólo por esa semana.
Y cada noche, reflexiona sobre tu día y haz una lista de las cinco mejores cosas que te han ocurrido.
La semana siguiente, revisa las siete listas que has anotado y piensa en lo que hay en ellas. ¿Te estás perdiendo algo importante al recortar tus gastos? Bueno, probablemente echas de menos una o dos cosas, pero te verás sorprendido de lo feliz que puedes ser sin gastar dinero.
Y los beneficios son enormes. Si recortas tus gastos no esenciales radicalmente, notarás como de repente es mucho más fácil ahorrar para tu fondo de emergencias. Es mucho más fácil pagar tus deudas, y también es mucho más sencillo ahorrar para los grandes proyectos que quieres hacer, como montar un negocio o conseguir la casa que siempre has querido.
Las cosas realmente buenas en tu vida no vienen de gastar dinero sin pensar.
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2 Responses to “El tejido de la memoria”
xavi
Como terapia esta muy bien.
Pero si todo el mundo hace lo que tu… es decir, si no consumimos no producimos y entonces ya me dirás como salimos de la crisis.
ynys
Como nota aclaratoria quiero decir que el artículo no aboga por contar todo tipo de gasto salvo el puramente imprescindible, sino con hacer una semana de prueba para darnos cuenta de que podemos vivir gastando menos (y ahorrando más). Yo creo que la raíz de la crisis está más en un gasto desorbitado en la época expansiva que un «exceso» de ahorro en la actual.