Voy a proponeros un pequeño experimento.
Durante este mes, llevad un diario en el que toméis nota de en qué habéis empleado el tiempo. No se trata de hacerlo “perfecto” en ese ámbito, sino de hacer las cosas con toda normalidad, lo que sueles hacer cualquier día. Estás recogiendo esa información para ti mismo.
Una vez que tengas más o menos un mes apuntado, clasifica en grupos las formas en las que has pasado el tiempo. Higiene puede ser uno. Cocinar puede ser otro. También debería haber algunas categorías para tus hobbies e intereses como, por ejemplo, ver la televisión.. Pasar tiempo con la familia o los amigos también debe tener su propia categoría, así como navegar por Internet.
Una vez que tengas esos grupos hechos, empieza a sumar cuánto tiempo has pasado el mes anterior haciendo algo referido a esos grupos. Por ejemplo, sumas cuántas horas has pasado leyendo o escuchando música ese mes, y lo anotas en su categoría correspondiente.
Una vez que lo hayas hecho, compara tus gastos mensuales con esos datos. ¿Ves algún área en la que emplees mucho dinero pero poco tiempo?
Con frecuencia, esas son las áreas en las que más necesitas recortar gastos.
Para mí, esas áreas eran gadgets tecnológicos y DVDs. En realidad apenas veo la televisión, así que dedicarme a comprar DVDs que muchas veces no llegaba a ver era absurdo.
La otra cara de la moneda – las áreas en las que inviertes mucho tiempo sin gastar mucho dinero – también es interesante.
En mi caso, leer y cocinar son áreas en las que empleo bastante tiempo, pero muy poco dinero. En el caso de la lectura ocurrió porque había hecho recortes en el pasado y no gasto mucho dinero en libros. Y la comida casera suele salir mucha más barata que la precocinada o comer fuera.
Este tipo de áreas son las que hay que cuidar y expandir, dejando de lado las que te ofrecen poca rentabilidad por cada euro que gastas en ellas.
¿Qué significa esto para mí? En lugar de perseguir las últimas novedades tecnológicas (¿realmente necesito un iPad?), puedo pasar una tarde leyendo tranquilamente en el sofá.
Esta idea la llevo a otras áreas de mi vida. En lugar de leer tantas páginas sobre tecnología, leo más sobre literatura. Cuando voy a comprar, dejo de lado la sección de informática para ir a la de productos de agricultura ecológica.
¿El resultado final? Empecé a ocupar cada vez más mí tiempo con cosas que realmente me gustan y que no cuestan tanto dinero. Entre tanto, me di cuenta de que las aficiones que me exigían grandes desembolsos no eran tan necesarias, y poco a poco las he ido dejando de lado.
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