He descubierto que uno de los mayores beneficios de ser freelance a tiempo completo puede ser, a la vez, una desventaja: establecer tu propio horario. Que no se me malentienda, es la razón por la que me gusta ser freelance, pero siempre te acabas preguntando si trabajas lo suficiente. ¿He hecho lo suficiente hoy? ¿Cada cuánto puedo tomarme un descanso, y durante cuánto tiempo?
Parece una tontería, pero tomarnos algunos descansos muchas veces mejora la productividad y la calidad de nuestro desempeño. De hecho, no sé qué está pasando este verano, pero tengo una increíble cantidad de trabajo que se me acumula constantemente sin que haya admitido nuevos clientes. He llegado a la conclusión que el resto del planeta está de vacaciones, por lo que mi ecuación trabajo-descanso se está resintiendo bastante, por no hablar de otra ecuación aún más complicada, trabajo-descanso-estudio, que me da miedo solo de pensarlo.
En muchos trabajos se tiene la idea de que cuantas más horas y más duramente trabaje un empleado, mayor es la productividad. Explícita o implícitamente, un trabajador que se queda hasta tarde y hace horas extra es percibido como más productivo, en contraposición a un empleado que se toma descansos y trabaja en un horario razonable.
Sin embargo, yo pienso que esta mentalidad de trabajar hasta el agotamiento nos hace más propensos a errores, falta de creatividad, etc. La verdad es que muchas veces mis mejores ideas se me ocurren cuando estoy descansando o incluso durmiendo. Creo que a todos nos ha pasado alguna vez y nos hemos levantado pensando: ¡qué buena idea!
Así que cuando estamos en un trabajo que requiere una cierta cantidad de impulso creativo, e incluso en cualquier otro tipo de trabajo, mi opinión es que la productividad aumenta cuando estamos descansados y con el cerebro fresco y listo para la acción.
En España tenemos fama internacional como inventores de la siesta pero, ¿cuántos españoles la practicamos en realidad? Apostaría a que muy pocos trabajadores tienen la opción de tomarse un par de horas de descanso diarias para echar una cabezadita. Sin embargo, el mundo anglosajón ha asimilado sus ventajas acuñando el término “power-nap”. Los estudios demuestran que este pequeño descanso en mitad de la jornada laboral reduce los accidentes y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Ahora “solo” nos queda convencer a los empleadores de los beneficios de esta práctica.
Un claro ejemplo de los peligros que conlleva el exceso de trabajo es Japón, donde tienen una palabra específica para referirse a la muerte causada por un trabajo extenuante, karoshi. Por esta misma razón, muchas empresas japonesas están limitando las horas de trabajo e incorporando la cultura de la siesta a sus empresas, habilitando espacios y tomando en consideración a los empleados que la llevan a cabo, ya que los consideran más productivos.
Incluso en Estado Unidos está empezando a llegar esta corriente, pero me temo que en España estamos todavía a años luz, aunque carguemos con la fama. En todo caso, si trabajas en una oficina con puerta o vives cerca de tu puesto de trabajo, siempre puedes tomarte una pequeña siesta a mitad de jornada o después de la comida para beneficiarte de sus propiedades.
Si no hay forma de que puedas permitirte ese par de horas libres, intenta hacer pequeñas paradas durante el día, saliendo fuera a tomar aire fresco, hablando con algún compañero de algo que no tenga que ver con el trabajo o yendo a comer fuera de la empresa.
En este ocupadísimo verano, no me ha quedado más remedio que tomarme descansos o incluso echarme una siesta para poder seguir adelante, cosa que no había hecho nunca, y tengo que decir que realmente funciona.
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