Fin de la desgravación fiscal

Estamos a apenas unos días del fin de la desgravación fiscal, un elemento distorsionador del mercado inmobiliario del que se han beneficiado ficticiamente miles de ciudadanos que compraron una vivienda durante su período de vigencia y del que los promotores inmobiliarios supieron sacar provecho.

Porque con el fin de la desgravación fiscal se evitará que los promotores puedan repercutir en el precio de venta de sus inmuebles el ahorro de impuestos que posteriormente conseguirá el cliente que compra sus pisos, el cuál ya mirará dos veces el precio antes de decantarse por la compra.

Está claro que la desgravación fiscal ha servido para que la cultura española a la compra de vivienda, en contra del alquiler, se haya acentuado durante estos últimos años y para que todo el mundo entendiera que estaba en disposición de poder adquirir una vivienda en propiedad.

El mayor problema, sin embargo, está siendo que el fin de la desgravación fiscal se ha producido en mitad del juego, rompiendo las reglas y afectando, especialmente, a todos los titulares de las cuentas de ahorro vivienda que ahora se encuentran en una encrucijada sin salida.

Cuando contrataron sus cuentas vivienda lo hicieron pensando en la compara de un piso a cuatro años vista, beneficiándose hasta entonces, y después, de los beneficios fiscales. Sin embargo, el fin de la desgravación fiscal sobrevenida les condena a perder dicha desgravación y a tener que devolver todo el ahorro fiscal conseguido hasta el momento.

Bien es cierto, sin embargo, que el fin de la desgravación fiscal no es general, ya que se mantiene un pequeño resquicio para las rentas inferiores a 24.000 euros, aunque se trata de una ventaja fiscal para la compra de vivienda para un colectivo que no podrá permitirse esa compra, por lo que es más demagógico que otra cosa.

Ahora es previsible que este fin de la desgravación fiscal repercuta positivamente en la estabilización del mercado inmobiliario y que consiga evitar posibles burbujas inmobiliarias posteriores que puedan llevar a una situación de crisis como la actual. Por tanto, se trata de una decisión acertada, aunque realizada de manera demasiado precipitada.