El aval es uno de los conceptos más controvertidos en el sector de los préstamos hipotecarios, ya que, muchos ciudadanos optantes a la contratación de una hipoteca se preguntan el motivo por el que pedirían una hipoteca para adquirir un inmueble, si ya poseyeran otro, que es el que les serviría de aval. Por tanto, se puede definir el aval, como aquel inmueble, ajeno al proceso de compra-venta, que sirve como garantía de pago de la hipoteca.
Entonces, y huyendo de la demagogia fácil, el conseguir contratar una hipoteca sin avales es el principal objetivo de todos los prestatarios.
Según ley, un préstamo hipotecario no necesitará de aval en el caso de que el valor total prestado no supere el ochenta por ciento del coste del inmueble. Por tanto las hipotecas sin avales vienen definidas por ese porcentaje.
Toda aquella hipoteca que exceda ese límite, tendrá que venir garantizada por un inmueble ajeno, independientemente de quien sea el propietario, al proceso de compra-venta.
Sin embargo, la sociedad española está cambiando, con la llegada masiva de inmigrantes, que también quieren acceder a la propiedad de su vivienda, pero que carecen de posesiones previas en el país, así como de familiares o amigos que les puedan servir como avalistas.
Por ese motivo surgieron las hipotecas sin avales, incluso para aquellos préstamos hipotecarios que superan el ochenta por ciento del valor del inmueble, para poder ofrecer el acceso a la compra de vivienda a personas sin capacidad de avalar. En estos momentos, esta figura se ha perdido prácticamente, pero antes de que estallara la burbuja se había generalizado y se había convertido en un concepto habitual a la hora de hablar de préstamos hipotecarios.
¿En qué se basan estas hipotecas sin aval? Se basan en que las operaciones de préstamo hipotecario por encima del 80 por ciento del valor del inmueble y sin la presencia de un aval, se aseguran a través de un seguro de crédito hipotecario.
¿Qué es un seguro de crédito hipotecario? Es un seguro que se encarga de asegurar al prestamista el cobro de las cuotas, en el caso de que el usuario de la hipoteca no haga frente a sus pagos.
Este seguro de crédito hipotecario se materializa en un ligero incremento de la cuota mensual para amortizar la hipoteca, de forma que esta cuota pasa a estar formada por tres elementos: amortización del préstamo, intereses y cuota del seguro de crédito hipotecario.
Las hipotecas sin aval, por tanto, son una oportunidad para aquellas personas que no disponen de ningún bien personal con el que poder avalar su préstamo hipotecario, o bien, no poseen ningún avalista que responda por ellos. Sin embargo, hay que analizar correctamente las opciones, ya que un seguro de crédito hipotecario puede convertirse en una fuerte carga para el pagador.