Bien es cierto que con el estallido de la crisis financiera internacional la hipoteca sobre residencia no habitual es un concepto menos popular de lo que llegó a ser justo antes del punto álgido de la burbuja.
En ese momento quién más quién menos apostaba por comprar una segunda residencia, un lugar para pasar las vacaciones alejado de su vivienda habitual, desde la que trabajaba, y para la que se veían obligados a pedir una hipoteca sobre residencia no habitual.
Aunque podría pensarse que deberían de tener las mismas características, lo cierto es que las entidades bancarias sí hacen diferencias a la hora de conceder hipotecas entre residencia habitual, o no, ya que se entiende que la primera es producto de la necesidad, mientras que la segunda es producto del capricho.
En un principio, todas las hipotecas sobre residencia no habitual se suelen conceder con una financiación máxima menor. Así, por ejemplo, si el capital máximo concedido, en media, suele ser el 80% del valor de tasación, en una hipoteca sobre una residencia no habitual este porcentaje no suele sobrepasar el 70%.
Por otro lado, la morosidad en las hipotecas sobre residencia no habitual se presenta en una tasa mucho más elevada que en las hipotecas tradicionales, ya que en un momento de dificultad en el que no se pueden pagar las cuotas hipotecarias, los prestatarios preferirán perder la segunda residencia antes que la vivienda habitual.
Ello produce también que las entidades pongan más trabas a la hora de conceder estas hipotecas sobre residencia no habitual, y repercutan un mayor diferencial sobre ellas, además, claro está, de exigir una capacidad económica mayor, independientemente de la situación en la que se encuentre la hipoteca sobre la vivienda habitual.
Sin embargo, y como decíamos antes, con el estallido de la crisis, la compra de segundas viviendas ha caído de manera exponencial, lo que ha provocado la acumulación de viviendas sin comprador en las zonas costeras, lugares normalmente elegidos para este tipo de residencias.
Es previsible, por otro lado, que en cuanto la economía vuelva a recuperarse y se sitúe en un entorno de estabilidad, las hipotecas sobre residencia no habitual recobrarán su fuerza.