Todo conocimiento es poco a la hora de proceder a la inversión en los mercados financieros y especialmente, en los de la bolsa de valores por su alta volatilidad, cambios de tendencias o movimientos ocasionales fuertemente especulativos sobre algunas acciones específicas o índices determinados.
Tanto los profesionales de la inversión como los pequeños y medianos inversores, nos vemos abocados a realizar operativas y estrategias que nos protejan al máximo de los lógicos vaivenes bursátiles, por lo que es prioritario, realizar una estudiada y reflexionada selección de las empresas que deberemos incluir en nuestra cartera. La idea principal radica en…NO PERDER… Para ello, deberemos confiar en nuestro buen hacer inversor a la hora de saber calcular de forma adecuada cómo será la relación entre la rentabilidad buscada, el plazo de inversión y el riesgo que asumiremos para conseguir nuestro objetivo financiero de obtener una mayor rentabilidad por nuestro dinero.
No son buenos tiempos financieros los actuales, para la gestión cómoda y relajada del capital en forma de los históricos depósitos a plazo que tanto bienestar y seguridad han proporcionado a los pequeños ahorradores en España desde hace décadas. Ahora, con una inflación inexistente y evidente riesgo de caída en deflación, las decisiones de los altos organismos monetarios como el Banco Central Europeo –BCE- sobre la bajada de tipos a mínimos, para estimular las economías comunitarias ha generado que las rentabilidades ofrecidas por las entidades bancarias en sus depósitos a sus clientes “caigan a plomo” y sea difícil que éstas lleguen al 1% anual.
Es tiempo de cambio en la mentalidad inversora, los tipos de interés tan bajos al parecer nos acompañarán durante algunos años más y no se debe esperar el milagro de una subida en un periodo temporal menor de 5 años. El momento financiero de arriesgar ha llegado para todo ahorrador que desee conseguir unos beneficios superiores al 3%, 5% o 10% anual y la inversión en los mercados de valores, vía fondos de inversión o acciones de empresas cotizadas en Bolsa se nos antoja lógica para tener éxito en la tarea de gestionar nuestro capital o ahorro destinado a la inversión.
CONSEJOS PARA PODER ASUMIR RIESGOS FINANCIEROS
Por experiencia inversora debemos saber que los mercados bursátiles desarrollan durante su larga historia diversos ciclos periódicos en su recorrido y las economías mundiales con sus momentos de incertidumbre, crisis financieras, políticas o bélicas, suelen volver a “la calma habitual”, y sus mejores empresas cotizadas vuelven a dar resultados positivos ante sus accionistas y gestores de inversión de forma reiterada en la mayoría de los años pasados. Las crisis se repiten, las burbujas tecnológicas, inmobiliarias, financieras o energéticas también se repetirán, por lo tanto, los inversores nos deberemos adaptar a este tipo de cambios sabiendo cuando es el momento de participar en los mercados y cuando… ¡NO!… Es un error muy común en los pequeños inversores pensar que siempre se debe estar invertido en Bolsa, para poder ganar más, quizá entre los mayores pecados de inversión que se cometen están estos dos: IMPACIENCIA E IGNORANCIA.
Estos dos futuros errores pueden ser corregidos previamente a la inversión:
Para la impaciencia es necesario y conveniente marcarse niveles de entrada y salida de los valores o índices, respetarlos de forma metódica y disciplinada, además de respetar los ciclos bursátiles.
Para la ignorancia será cuestión de psicología y responsabilidad, siendo lo más común y lógico poner nuestro dinero en manos de profesionales cualificados y reconocidos por las autoridades financieras, que nos lo gestionarán de una manera adecuada según sus criterios y adaptada a nuestro propio perfil inversor.
Debemos recordar para finalizar, que tan malo es tener metido en Bolsa un dinero que nos pueda hacer falta para un gasto necesario en uno o dos años, como no tenerlo en renta variable si éste, lo destinaremos dentro de 10 o más años… ¡¡Para nuestra futura pensión!!
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La frase elegida para este artículo dice así:
No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.
Cicerón