Hablar de jóvenes y de seguros de vehículos a motor puede ser como hablar del día y de la noche o de dos nexos de unión, de dos entes que se necesitan y se temen a la vez, y si esto es así y es destacable en todo tipo de vehículos a motor pilotados por jóvenes, es especialmente destacable en el caso de los seguros de ciclomotores o motocicletas.
La juventud siempre ha sido uno de los segmentos de mercado, uno de los targets más deseados y más apetecibles para la mayoría de empresas de muchos sectores, pues son unos clientes interesantes de presente, pero además son unos potencialmente altos clientes de futuro, pero eso en el caso de las compañías de seguros y sus productos no es así, el alto índice de siniestralidad de este segmento de la población hace que no sean apetecibles para las compañías, incluso son clientes rechazados y no deseados.
Primas elevadísimas para no rechazar directamente al joven o ausencia de productos por ejemplo para ciclomotores son algunas de las estrategias que utilizan las compañías para quitarse de encima a un segmento problemático y de escasa rentabilidad y alto nivel de riesgo. Cabe decir, que en los últimos años estamos viendo un descenso de la mortalidad y de la siniestralidad juvenil, pero el grupo de edad que no supera los 25 años, sigue siendo un grupo “maldito” para los seguros.
No ser mayor de edad y disponer de ciclomotor, recién cumplir los 18 y sacarse el carnet y conducir nuestro primer vehículo o tener 21 años y querer un buen seguro son cosas habituales entre la juventud, pero especialmente esta última, la de tener un precio asequible por un seguro óptimo está fuera del alcance de muchos jóvenes. Probablemente pagan sus propios excesos, también es cierto que pagan justos por pecadores, pero lamentablemente es así, y esos excesos probablemente también hay que decir que han llevado en algunas ocasiones a un exceso de celo a algunas compañías.