La riqueza no está solo en lo que ganas

A los 30 años José gana 60000 € al año. Viaja constantemente por trabajo. Tiene un chalet bastante grande. Sale a cenar fuera prácticamente cada noche. Conduce un Mercedes, y cambia de coche cada pocos años. Siempre está comprando ropa nueva y donando la antigua. En resumen, gasta todo lo que gana.

A los 30 años, Pedro gana 20000 € al año. Vive en un piso bastante pequeño y no viaja mucho. Normalmente come en casa. Conduce un Seat que ya ha terminado de pagar. Usa su ropa hasta que está gastada y la reemplaza comprando en tiendas baratas. Al final del año siempre tiene una cantidad modesta pero buena de dinero para ir ahorrando e invertir.

En 10 años, el activo neto de José apenas ha variado, mientras que Pedro tiene una buena cantidad de dinero ahorrada. A los 30 años, la diferencia entre ellos habrá crecido exponencialmente.

No importa solo lo que ganas, importa cuánto gastas.

Cuando tenía 25 años mi activo neto era negativo, cada vez más negativo. Pensaba que cualquier dinero que tuviera disponible – crédito incluido – estaba para gastarlo en lo que me apeteciera en el momento, sin un solo pensamiento para el futuro. Ahora tengo 33 y, a día de hoy mi activo neto ya es positivo y crece mes a mes, sin contar el valor inmobiliario.

Cualquiera podría pensar que he dejado de disfrutar de la vida porque he tenido que hacer cambios en mi patrón de gasto pero, en realidad, ahora estoy disfrutando más que nunca.

Sé lo que realmente me hace feliz y no gasto mi dinero en cosas que en realidad no me aportan ningún valor.

No estoy atrapada en un trabajo que no me gusta, o en una carrera estresante. Me he marcado mis propios objetivos laborales y, por el momento, los estoy cumpliendo.

Ya no me preocupa cómo llegaré a fin de mes o si podré hacer frente a este o aquél pago. No estoy en una situación tal que cualquier gasto imprevisto me empuja a buscar apoyo en las tarjetas de crédito.

Lo mejor de todo es que mi situación económica parece mejorar con cada mes que pasa y que ya no veo el futuro como algo nebuloso que “se resolverá por si mismo”. Sé que estoy trabajando para conseguir un futuro mejor y que, si continuo así, es probable que no tenga que sufrir sobresaltos económicos importantes. Tengo la libertad personal y profesional que siempre quise y la suficiente seguridad como para vivir tranquilamente. Y todo sin necesidad de un iPad.

La riqueza está, pues, no solo en tus ingresos, sino también en cómo gastas, o ahorras, ese dinero.

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