Desde las revueltas populares de Túnez y Mauritania, la inestabilidad se ha ido extendiendo por el continente africano y oriente medio como un reguero de pólvora. Ahora le ha llegado el turno a Libia, y cada vez resulta más difícil prever qué gobiernos se mantendrán en el poder, cuáles serán derrocados y qué escenario político y social nos encontraremos cuando la polvareda por fin decida volver a posarse y podamos ver de nuevo con más claridad.
Con semejante panorama en una zona tan sensible del planeta y con el precio del petróleo en claro ascenso, la bajada de las bolsas era totalmente previsible. Los inversores comienzan a encomendarse a valores refugio con el dólar o el bono alemán. No solo las petroleras se verán afectadas por este temporal norteafricano, sino que toda la economía mundial tendré que apechugar con este nuevo obstáculo en su lucha por salir de la crisis económica. Sin ir más lejos, las entidades financieras españolas se encontrarán con mayores problemas a la hora de efectuar nuevas emisiones de bonos.
El caso libio es especialmente grave ya que su producción de petróleo y gas natural se realiza en tierra. Esto reduce los costes de desarrollo pero incrementa peligrosamente la posibilidad de que cualquier inestabilidad política afecte a la producción. Aunque todavía no se han producido ataques contra el sector energético la mayoría de las firmas petroleras internacionales han decidido curarse en salud y evacuar a su personal.
¿Qué porcentaje le corresponde al petróleo libio con respecto al consumo total de los países europeos? Italia está a la cabeza, ya que un 24% de su consumo es satisfecho por el crudo procedente de este país. Le siguen Irlanda (13%), Austria (12%), Portugal (11%), Francia (10%) y España (9%). Por lo tanto, estamos hablando de porcentajes significativos que no hay más remedio que tomar en consideración.
Pero no todas las repercusiones de esta inestabilidad son negativas. Por un lado, el foco de la noticia se ha desplazado hacia el norte de África, lo que significa que es más difícil que la situación económica en países como Portugal, Grecia o Irlanda vuelvan a producir un efecto contagio en España.
Por otra parte, los mercados se comportan basándose en las percepciones a corto plazo, pero siempre vuelven a instalarse en las bases fundamentales del largo plazo. No importa en realidad cuál sea el régimen o gobierno que resulte de estas revueltas, lo cierto es que seguirán necesitando vender su petróleo tanto como el resto del mundo necesita comprarlo. Así que, obviando la evidente preocupación sobre la posibilidad de fluctuaciones en la producción a corto plazo, podemos estar tranquilos con respecto a un hecho fundamental: los pozos no van a cerrar en el largo plazo y el petróleo seguirá fluyendo.