El endurecimiento de la normativa que se aplica al capital para los bancos más grandes del mundo tendría un impacto modesto en el PIB, según un nuevo informe del Banco de Pagos Internacionales, y los beneficios a largo plazo superarían con mucho los costes.
Es un esfuerzo para que no se repita la crisis financiera de 2008/9 en la que los gobiernos se vieron obligados a rescatar a los bancos, los legisladores acordaron en 2010 que la normativa recogida en Basilea III exija a los bancos que refuercen sus reservas de capital, aumentándolas del 2 al 7%.
Algunos banqueros argumentaron que esta nueva normativa repercutiría negativamente en los beneficios al forzar a los bancos a mantener más capital en reserva en lugar de prestarlo o ponerlo a trabajar.
Sin embargo, los reguladores han asegurado en un informe publicado este lunes que el impacto global de la nueva legislación, incluyendo la que está contenida en Basilea III junto con otros requisitos adicionales para los bancos más importantes del sistema solo restaría al producto interior bruto un 0,34% como máximo, y eso durante el momento de mayor impacto. Por otra parte, incrementar las reservas de los grandes bancos en un 1% mermaría el PIB en tan solo un 0,01% durante los 8 años de implementación de la normativa.
La consecuencia más significativa estaría en el aumento de los spreads de crédito que aplicarían los bancos durante ese periodo para frenar los préstamos, llegando a incrementarse entre 5 y 6 puntos básicos durante ese mismo periodo de tiempo.
El spread de crédito es la diferencia entre los interese aplicados por los bancos en préstamos de riesgo y los intereses base aplicables a la deuda pública.
A pesar de estos aspectos negativos, se estima que los beneficios de un marco de trabajo para reducir la exposición del tejido financiero a las crisis del sistema compensarán a largo plazo.
Se espera que la nueva regulación para todos los bancos y la legislación adicional para los grandes bancos se traduzca en ganancias del 2,5% del PIB, lo que supera con creces el coste de la reforma en términos de ralentización temporal del crecimiento anual.
Solo con la regulación dirigida a los grandes bancos se espera un aumento del PIB del 0,5%.
Estos datos refutan la teoría, defendida con fuerza por los bancos para oponerse a las nuevas reglas, de que se produciría una ralentización significativa del crecimiento macroeconómico.
La lucha entre banqueros y reguladores ha sido especialmente dura en EEUU, donde bancos como J.P. Morgan o Citigroup han estado meses presionando a los legisladores para disminuir las exigencias o, simplemente, descartarlas. De hecho, la Asociación de Bancos de Estados Unidos aseguró que estas medidas “podrían reducir permanentemente el crecimiento económico”, mientras que el presidente ejecutivo de J.P. Morgan llegó a definirlas como anti-americanas.
No obstante, parece ser que en esta ocasión los bancos no han logrado sus objetivos y el endurecimiento de la legislación, que les impondrá mayores limitaciones, se terminará aplicando a nivel mundial.