Durante todo el mes pasado, me encontré con una gran cantidad de cosas que hacer y sin tiempo material para hacerlas todas. Exámenes, trabajo, obligaciones familiares… todo parecía haberse conjurado para caer encima de mí a la vez, sin darme ni una hora diaria de respiro. De hecho, estamos a julio y todavía no he conseguido ponerme del todo al día.
Así que mi cabeza no paraba de dar vueltas pensando en todas las cosas que tenía que hacer, y me sentía completamente superada. En casos así, hay algunas fórmulas para mantener la cordura y el control que podemos ensayar.
En primer lugar, centrarnos en lo que estemos haciendo en ese momento. Es decir, si estás estudiando no puedes dejar que te distraigan pensamientos sobre todo el trabajo que te queda por hacer, y a la inversa. Si estás con tu familia, no puedes estar pensando en el tiempo que “dejas de dedicarle” a los estudios o el trabajo, aunque lo necesites desesperadamente. Ocuparnos de una sola tarea a un tiempo hace que las cosas sean más fáciles.
También podemos intentar focalizar nuestra frustración y nuestras emociones en conseguir la energía suficiente para terminar lo que tenemos que hacer. En muchos casos el factor emocional puede guiarnos a la tarea que podemos hacer mejor a continuación. Si vemos que estamos en un estado demasiado alterado, podemos emplear algún tiempo en tareas físicas como fregar o hacer deporte.
Otro factor importante es tratar de dormir lo suficiente. A veces me cuesta trabajo dormir, especialmente cuando estoy tensa o preocupada, así que intento aislarme lo más posible del mundo exterior. Si eso no funciona y tengo que tomarme una pastilla para dormir, pues me la tomo. Hace tiempo que aprendí que es mucho más perjudicial una noche en blanco que un ansiolítico ocasional. Sin tener el sueño reparador adecuado no podemos ni estudiar bien, ni trabajar bien, ni hacer nada correctamente. Cualquiera que haya tenido una o más noches de insomnio coincidirá conmigo en esto.
Por último, debemos intentar tener en cuenta que no somos perfectos. A veces, no podemos con todo, no importa cuánto nos esforcemos o cuánto deseemos hacerlo todo bien. Lo mejor es aceptar este hecho y quitarnos un poco de presión. Si no podemos completar todas nuestras tareas, tenemos que centrarnos en las más importantes en lugar de intentar abarcarlo todo y no hacer nada correctamente.
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