Los años pasan, la ciencia avanza y la tecnología se desarrolla a un nivel elevadísimo. Todo ello tiene gran incidencia en muchas de las facetas de la vida pero incide muy especialmente en la salud, en la vida de las personas, incluso influye decisivamente en la esperanza de vida de estas y que esta vida más longeva también vaya acompañada de una mejor calidad de vida. En definitiva, la ciencia y la tecnología cada vez nos aportan una más larga y mejor vida, pero ¿están los seguros médicos adaptados a ello?
Es indudable que la sanidad pública no es que no esté adaptada a esta nueva realidad demográfica y estructural, sino que en caso de no tomar medidas urgentes la misma está en peligro de entrar en una grave situación de insostenibilidad irreversible, y para ello hacen falta medidas.
Pero en realidad este no es el objetivo de este artículo, el objetivo de este artículo por el contrario sí que es hacer ver como la sanidad privada en muchos casos si que está sabiendo adaptarse a esta nueva realidad, con sus carencias pero lo esta haciendo, y concretamente en un área donde la medicina pública aún cojea flagrantemente: el dar entrada y cabida en las coberturas asistenciales a nuevos tratamientos, a nuevas terapias.
Del mismo modo que no entendemos por ejemplo las comunicaciones tal y como se concebían tan solo hace unas décadas, lo mismo sucede con los temas de la salud, y parece que la medicina convencional, y muy especialmente en su esfera pública no ha entendido eso. Por el contrario el sistema privado esta incorporando y cada vez incorpora más ventajas, más prestaciones asociadas a nuevas técnicas que consiguen un triple efecto: descongestionar la medicina tradicional, ser menos costosas y contribuir a esa mejora en la longevidad y la calidad de la misma.