No hace mucho tiempo pude leer en una página web de finanzas un artículo de opinión referido a la psicología aplicada a la inversión y en especial, al partícipe en los mercados de Bolsa y sus razonamientos a la hora de adoptar decisiones de compra y venta. Este partícipe no es otro que: “El pequeño y mediano inversor”.
La idea principal del citado artículo incidía en la forma de adaptación de nuestra mente inversora ante las distintas situaciones que se nos presentan en los mercados y como existen individuos que parecen evolucionar para un mejor dominio de las situaciones complejas, y sin embargo, otros inversores no son capaces de esta evolución o adaptación al mercado actual y se terminan quedando anclados en lo que se podría denominar: Primer nivel del pensamiento inversor.
Para seguir avanzando en el conocimiento de los mercados a través de esta sección de Consejos de Bolsa, deberemos saber que todos los inversores estamos en posesión de dos tipos de pensamientos inherentes a la condición humana y su evolución:
- El pensamiento rápido: Este tipo de pensamiento es el que también se denomina de primer nivel, está heredado de nuestros antepasados y mediante el transcurso de millones de años nos ha sido muy útil para evitar los riesgos externos que amenazan nuestra integridad, para ello, el mecanismo de defensa nos ayuda a luchar y huir una vez evitado el peligro, estando situado dicho pensamiento en las zonas más profundas de nuestro cerebro antiguo. Traducido este pensamiento a la actitud del inversor, es el que induce a reacciones compulsivas de venta de acciones en situaciones de pánico en los parqués y a su vez, realizar compras contagiados por los momentos de euforia.
- El pensamiento lento: Sin dejar influenciarnos a primera vista por el nombre asignado, no consiste en “dormirse en los laureles”, este pensamiento que se puede calificar como de segundo nivel, según los especialistas, se encuentra situado en el llamado córtex cerebral y su función es la de proceder a la evaluación, racionalización y argumentación de los primeros pensamientos rápidos. Es evidente, que para llegar a este nivel de preparación psicológico-inversora se requiere de cierto entrenamiento o disciplina y así conseguir separar los impulsos anímicos primarios, de nuestro poder de raciocinio y capacidad analítica, todo en virtud de lograr los éxitos financieros deseados.
LA BÚSQUEDA DEL TERCER NIVEL
Una vez conocidos los dos niveles principales del pensamiento inversor, actualmente algunos inversores avanzados, analistas y psicólogos del mundo financiero, se plantean la posibilidad de que pueda existir el llamado… TERCER NIVEL. Este concepto o condición individual a la hora de participar en los mercados, estaría referido a la disposición y preparación técnica adecuada para poder distinguir entre “comprar barato” y conseguir con suficiente certeza separar los catalizadores, el “ruido mediático”, los intereses empresariales y las trampas de valor que periódicamente aparecen en los fuertes movimientos especulativos hacia un título o sector determinado.
La imaginación, la creatividad, la preparación, el estudio, el autocontrol, la gestión del riesgo, la disciplina y por último… la sensatez inversora. Todos son grandes factores que unidos generan un poder de evolución psicológica en el inversor, muy conveniente y necesario, para tener posibilidades reales de conseguir ganar dinero en los mercados de renta variable.
¿Se puede considerar el pensamiento de tercer nivel como una “excelencia” en el proceso inversor?
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La frase elegida para este artículo dice así: “Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.”, Federico II.