No declarar un siniestro o también podríamos titular a este artículo por ejemplo con algo así como “cuando callar es mejor” (o más rentable podríamos decir). Y es que si bien a priori puede parecer que si por ejemplo tenemos un seguro de vehículo o un seguro de hogar y sufrimos un siniestro lo mejor será declararlo para que la compañía nos indemnice y se haga cargo de todo lo que le corresponda, no siempre es así.
Y eso no siempre es así, porque existen ocasiones en que las bonificaciones o penalizaciones que podamos tener, las franquicias a las que estemos expuestos o el número de siniestros que llevemos declarados y que pongan en riesgo que nos renueven, pueden desaconsejar declarar el siniestro y nos saldrá mejor y más rentable arreglarlo por nosotros mismos, es cuestión de hacer números.
Por supuesto, al respecto se tiene que decir que esto no será aplicable cuando por el motivo que sea vengamos obligados a declarar el siniestro bien porque hagamos dañado o lastimado a otra persona o bien y en consecuencia ocultarlo ya no tan sólo podría resultarnos mucho más costoso, problemático o con otras consecuencias, sino que en la mayoría de los casos sería algo ilícito.
Así, en caso de que por ejemplo solo resulte dañado un bien nuestro, el que sea, o bien hayamos dañado el de otra persona (pero sin que resulte obligación de declararlo y demás) igual nos sale a cuenta hacer números y pagar nosotros mismos la reparación o lo que sea, que no perder el descuento que tengamos o muchas otras consideraciones. Obviamente a mayor sea el daño causado menos probabilidades existen de que nos salga rentable no declararlo, pero para pequeñas reparaciones, sin duda declararlo puede ser peor el remedio que la enfermedad.