Que no es oro todo lo que reluce, es una máxima que nos enseñaron desde pequeños, y que dejarnos deslumbrar por fuegos de artificio sin un contenido consistente detrás supone un riesgo considerable en todos los ámbitos de nuestra vida es una realidad irrefutable, y por supuesto el mundo de los seguros no iba a ser menos.
A todo el mundo le viene a la mente grandes campañas publicitarias para atraer clientes a los correspondientes seguros de las compañías publicitarias. A todo el mundo le viene a la mente las grandes promociones y regalos por contratar un seguro, ¿pero a todo el mundo le viene a la mente que no siempre contratar un seguro por el regalo que nos ofrecen es la mejor opción?
Por supuesto que la promoción en cuestión o el regalo que nos ofrezcan es uno de los factores a considerar en el momento de contratar un seguro, pero no el único ni el primordial, pues en caso de anteponer siempre e indefectiblemente por delante de cualquier otro factor el regalo obtenido (o la prima resultante) podemos encontrarnos con un muy buen envoltorio, pero con un seguro hueco o como mínimo con importantes agujeros en su estructura.
Evidentemente eso no significa que debamos desconfiar automáticamente de los regalos que nos ofrezcan, ni que estos nos sean ofrecidos sea sinónimo de engaño o de mal seguro, al contrario, existen muy buenas ofertas y promociones en el mercado. Es más en un mercado tan competitivo como el actual es lógico y evidente de que cada vez se nos ofrecen más y mejores ventajas para contratar con una u otra compañía y debemos saber aprovecharlas, pero del mismo modo debemos saber leer la letra pequeña y sopesar adecuadamente el contenido del seguro para comprobar si realmente es una buena opción, o si bien nos están intentando vender gato por liebre, eso si un gato con un muy buen envoltorio.