Algunas personas son reticentes a realizarse cualquier tipo de seguro y van por la vida sin ningún tipo de protección que las cubra o proteja de cualquier accidente o eventualidad. Por el contrario, también hay algunas personas que en un afán sobre protector tienen tendencia a realizarse un seguro para cada una de las facetas de su vida, y para las cosas más inverosímiles o irrisorias. Y probablemente en ninguno de los dos extremos esté el punto adecuado, ya que este probablemente se encuentra en el punto intermedio donde converge una adecuada estructura protectora, con un coste y un esquema razonable.
¿Y cual es esa “adecuada estructura protectora? Veámosla, pero primero diremos que si bien existen unas trazas, unas ideas que pueden ser extrapolables y válidas para casi todo tipo de personas, no son aptas para todo el mundo. Y según la realidad de cada uno, las posesiones de cada uno y el valor de las mismas, y de muchos otros factores dependerá dotarse de una mayor o menor cantidad de estructura aseguradora, así como que esta tenga mayor o menor cobertura.
Lógicamente en teoría podríamos decir que como más cubiertos estemos tanto en cantidad de seguros, como en contraprestación por cada uno de los seguros será lo ideal y lo que nos hará sentir valga la redundancia más seguros, pero no siempre es así.
Por ejemplo, será absurdo estar asegurando factores que casi no tienen ningún valor para nosotros o bien donde el riesgo es prácticamente nulo, o especialmente si las primas que vamos a satisfacer no compensan lo que deberemos desembolsar por proteger el bien o valor en cuestión. Pero también se tiene que decir lo contrario, no disponer de determinados seguros puede resultar una temeridad (y en algunos casos, además una ilegalidad).
Obviamente como se decía, dependerá de la realidad de cada uno, pero en cualquier cartera personal de seguros no debería faltar, el seguro del vehículo (si disponemos de vehículo), siendo esté obligatorio. También deberemos contar con un seguro del hogar (es recomendable aun y cuando seamos inquilinos si el propietario no tiene uno, ya que nos puede suponer un ahorro de muchos problemas en caso de siniestro), y también cada uno de nosotros debería disponer de un seguro médico que complementase o sustituyese el sistema público y un seguro de vida. Además por supuesto de los seguros de viaje correspondientes (cuanto más completos mejor, tanto en lo que se refiera a temas médicos, como de pérdida de maletas o de vuelos), y sin olvidar de toda la gama de seguros que como profesionales o empresa nos puedan interesar.