Se han puesto de moda, y se acerca la fecha acordada por las instituciones europeas para una nueva ronda de tests de estrés (la tercera desde que empezó la crisis), en un intento de prevenir futuras debacles bancarias. Con esta herramienta se simulará un empeoramiento de las condiciones económicas, incluida la caída del valor de la deuda soberana que los bancos tengan en su activo.
Muchos se preguntarán por qué se vuelven a hacer nuevos tests cuando ya se habían realizado el año pasado. La respuesta es simple: sólo unos meses después de que se llevaran a cabo esos tests, Irlanda tuvo que acudir al rescate de sus bancos sin que sus problemas hubieran salido a la luz. Por lo tanto, se concluyó que los tests del año pasado eran demasiado blandos.
Los tests sirven para comprobar la fortaleza del sector bancario y su capacidad para absorber crisis en el crédito o riesgos del mercado, incluyendo el peligro de la deuda soberana, a la vez que se mide la dependencia de los bancos de las instituciones públicas.
El año anterior, los tests se llevaron a cabo banco a banco usando dos escenarios macroeconómicos distintos (uno básico y otro adverso) para los siguientes dos años, y fueron desarrollados por el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.
Estos escenarios incluían distintas variables macroeconómicas diferenciadas para cada estado miembro de la UE, para los países del área económica europea y para los Estados Unidos. Se proyectaron escenarios de condiciones adversas en los mercados financieros y un cambio brusco en los tipos de interés, para capturar el incremento del riesgo en los premiums asociado al deterioro de los mercados de bonos.
Sin embargo, este tipo de ejercicios no proporciona previsiones de futuro, sino un análisis de distintos escenarios destinado a mejorar la supervisión del capital de los bancos europeos.
Los tests se llevarán a cabo en los grupos de banca internacional europeos y en instituciones crediticias claves dentro de cada país, llegando a cubrir el 50% del sector bancario por activos. No obstante, se da por hecho que estarán excluidos muchos de los bancos alemanes públicos, lo cual ha desatado la polémica.
Los bancos europeos tendrán que mantener un capital básico superior al 5% para pasar el examen e intentar reparar la mala imagen del sector ante los consumidores. Este requisito es más estricto que el del año anterior, y es comparable al estándar asumido por los bancos americanos que se sometieron a pruebas privadas. Además, este ejercicio pretende trazar una línea clara en los problemas bancarios europeos, y ya está teniendo repercusiones. Los bancos están aumentado su capital en previsión de los tests, incluso aunque muy pocos esperan fallar. El simple hecho de estar solo en condiciones de aprobar por los pelos está haciendo que los bancos más débiles intenten conseguir más capital. Como ejemplo de este efecto podemos mencionar al Commerzbank AG alemán, o al Intesa Sanpaolo y la Banca Monte dei Paschi di Siena en el caso italiano.
Se espera que los bancos europeos de la lista recauden como mínimo 40 mil millones de euros este año, y la banca privada española, o las cajas, buscarán conseguir una cantidad similar. En el caso portugués, se teme que sus bancos estén debilitados por los actuales problemas económicos que afectan al país.
Los resultados de los bancos estadounidenses no han sido hechos públicos, pero se permitió a los bancos más sólidos a incrementar sus dividendos o comprar acciones. No ocurre los mismo en el caso de los bancos europeos, a los que se está recomendado que conserven capital. Las situaciones de estrés que se incluirán serán, entre otras, una situación de recesión económica, el aumento del desempleo, la caída del precio de la vivienda y la caída de la bolsa.
La EBA ya ha publicado una lista de bancos que tendrán que pasar por esta “prueba de esfuerzo” en un escenario de dos años de recesión, y tras ella se determinará cuáles tendrán que aumentar su capital, vender activos o disminuir su número de préstamos para adquirir la fortaleza necesaria para resistir una situación económica adversa.
Por su parte, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, a pedido a los gobiernos nacionales que “estén preparados para hacer lo que sea necesario” para arreglar los problemas que puedan ser descubiertos por los tests. En junio se sabrán los resultados.