Ser un emprendedor está frecuentemente visto como la opción de trabajo ideal. Después de todo, ¿quién no querría trabajar para sí mismo, decidir su propio horario e ir al trabajo cada día haciendo algo que el entusiasme?
Pero si dejamos de lado esa visión idílica, descubriremos un panorama ligeramente distinto que tiene su lado bueno y su lado malo. En especial, hay tres aspectos que tenemos que considerar antes de dar el paso de empleado a empleador.
¿Estás empezando con tu negocio? Necesitas un plan
Trabajar para uno mismo es a la vez liberador y estresante. Puede que estemos dejando un mundo en el que tenemos que responder ante nuestro jefe, pero estamos entrando otro en el que tenemos que responder ante nosotros mismos – y muy a menudo, nosotros somos nuestros peores críticos. Tener un plan para llevar a cabo el cambio puede ayudarnos a mitigar el estrés que nos vamos a encontrar, y además así nos aseguramos de que tenemos un sistema de trabajo que nos guiará en esta transición y en la fase de inicio del negocio.
Esboza tu plan de negocio, una estrategia de ejecución global para la transición y asegúrate de que acumulas fondos extras en tu cuenta de ahorro para tener un colchón que te proteja ante cualquier posible cambio temporal en tus ingresos. Tómate tu tiempo para reflexionar sobre tu idea de negocio, cómo crees que va a ser su operativa y cómo prevés que afecte a tu calidad y estilo de vida.
Ser emprendedor: un reto que proporciona recompensas y frustraciones
Aunque hay pocas cosas más emocionantes que conseguir un nuevo cliente o saber que has creado algo que va a marcar una diferenta en el mercado, ocuparse de la operativa del día a día y de todos los contratiempos que surjan también puede ser exasperante a veces. Tanto si tienes contratistas que están rindiendo menos de lo esperado, como si te atascas con el papeleo o simplemente te cuesta llevar las cuentas al día – las tareas más mundanas del mundo del emprendedor pueden ser agotadoras. Asegúrate de pensar en las mejores fórmulas para aprovechar tus puntos fuertes y tu talento y delegar algunas tareas de las que no disfrutas y que drenan tu tiempo y tu energía. Aunque puede que de momento no tengas los medios para hacer esto, marcarte metas de este tipo puede mantener tu entusiasmo con respecto al futuro del negocio.
El equilibrio necesario entre la vida privada y el trabajo
La flexibilidad que nos proporciona el trabajar para nosotros mismos es un gran aliciente, especialmente si estás deseando perder de vista la jornada laboral completa. Puedes dedicar más horas o menos, tomarte descansos, comer con la familia o ir al gimnasio cuando más te convenga. Es muy estimulante. Sin embargo, tendemos a perder de vista que cuando tenemos nuestro propio negocio, es mucho más difícil olvidarnos de él al terminar la jornada – o incluso decidir cuándo termina dicha jornada. Al principio puede que tengas que realizar tareas muy distintas y que sientas permanentemente que siempre hay más cosas que hacer. Es importante, por lo tanto, que marquemos ciertos parámetros de tiempo en familia, tiempo de ocio y relajación y que intentemos seguirlos todo lo que podamos para no acabar teniendo jornadas laborales auténticamente maratonianas.