Son muchas las ocasiones donde cualquier ciudadano medio se plantea la idea de rentabilizar sus ahorros o capital de forma que pueda conseguir unas ganancias que le permitan incrementar su patrimonio o simplemente realizar un gasto extraordinario personal a cargo del beneficio conseguido por su inversión.
Cuando pensamos en invertir parte de nuestro dinero en los mercados de Bolsa, solemos tener claro que a la vez asumimos voluntariamente un riesgo de pérdida monetaria que suele estar muy relacionado con la hipotética rentabilidad que en un principio queremos obtener. La posibilidad de una bajada en la cotización de nuestro valor o valores elegidos entrará dentro de nuestra estrategia inversora, que deberá tener previstas las medidas de protección –Stop Loss– para que dichas pérdidas no superen los márgenes propios estipulados para dicha inversión en renta variable.
La cuestión psicológica se complica para el “pequeño y mediano inversor” cuando éste coloca su dinero en activos financieros de renta fija, monetarios e incluso en depósitos a plazo con la confianza de no asumir ningún riesgo, al no estar este tipo de productos financieros sometidos a las fluctuaciones lógicas de los mercados de valores. La inversión en renta fija garantiza una seguridad en cuanto a la rentabilidad alcanzada, un periodo temporal preestablecido, así como, facilita normalmente la posibilidad de rescate como mínimo a su valor nominal.
Viendo las dos formas de inversión –renta variable y renta fija– se podría llegar a pensar que invertir en renta fija es la solución para “no pasar malas noches soñando con pérdidas de nuestro capital”. Esto era bastante cierto hasta hace unos años pero empezó a cambiar debido a la triste y cruel llegada de la crisis económico-financiera a la euro zona y especialmente a los países periféricos entre los que se encuentra España. La severidad de dicha crisis obligó a los estados más gravemente afectados a tener que realizar una macro reestructuración del sistema bancario con el consiguiente peligro financiero para los ahorradores o inversores en activos hasta ese momento considerados seguros como podían ser las “participaciones preferentes”. En cuestión de meses, ante las sospechas fundadas de que algunas entidades bancarias tuviesen graves pérdidas de liquidez –por su mala gestión directiva- que superasen sus propios fondos, aumentaron las retiradas de dinero por parte de sus clientes haciendo inviable su supervivencia sin apoyo y rescate del Estado para evitar el caos bancario en el país y su contagio al resto del sistema financiero comunitario.
Tras la época de los años de la Gran Depresión Americana, el sistema bancario internacional se empezó a proteger de las crisis y pánicos bancarios, con ello también a sus clientes, mediante los mecanismos estatales de garantía de depósitos, que en forma de “seguro”, pagan las entidades financieras para protegerse y asegurar un dinero mínimo pero suficiente que garanticen los depósitos contratados por los clientes.
CONSECUENCIAS DEL CAOS FINANCIERO
La actual crisis económica europea ha traído duras consecuencias para España en materia de recesión, pérdida del poder adquisitivo, rebajas de sueldos, despidos empresariales masivos, recortes en las prestaciones públicas y sobre todo doloroso aumento de las tasas de desempleo. Tuvo su origen lejos de aquí, cuando el gran banco de inversión americano Lehman Brothers dio en quiebra, debido a la retirada masiva de capital por parte de los inversores institucionales qu,e como si fuesen ahorradores particulares, empezaron a retirar sus depósitos y otros activos financieros creando el pánico generalizado entre las entidades bancarias de medio mundo.
Como podemos ver la seguridad total al 100% en las inversiones no existe. Cada producto financiero presenta sus especiales condiciones de rentabilidad / riesgo que se deberán conocer antes de proceder a su contratación. En “condiciones normales del mercado”, la apuesta por la renta fija y sobre todo en los depósitos a plazo, no debería ocasionar ningún tipo de merma monetaria para el cliente estando respaldada por el Estado en unas cantidades mínimas estipuladas y publicadas para general conocimiento.
La futura buena gestión operativa de las entidades bancarias españolas, la supervisión efectiva de organismos estatales como el Banco de España y las inspecciones periódicas por parte de las autoridades económicas de la euro zona, deben conseguir que cada vez más el cliente-inversor esté protegido ante las periódicas crisis financieras, las burbujas especulativas y los excesos irracionales de algunos sectores económicos que por conseguir más y más dinero, ponen en grave peligro todo el sistema de bienestar social que tantos sacrificios y tiempo ha llevado conseguir para la mayoría de los ciudadanos de este país.
Para finalizar: “El potencial riesgo de una inversión segura”, solo se suprime o minimiza adquiriendo conocimientos financieros, preguntando las dudas, dejándose asesorar por profesionales y sobre todo utilizando la lógica común que nos dice esta famosa y antigua frase: “Nadie da duros a cuatro pesetas” (sirva su conversión a euros).
Artículos relacionados:
La frase elegida para este artículo dice así: “Pide prudente consejo a los dos tiempos: al antiguo, sobre lo que es mejor; al moderno, sobre lo que es más oportuno”, Francis Bacon.