La libertad o independencia financiera es uno de los términos de las finanzas personales que más me apasiona. Para aquellos que no conozcan el concepto, una persona es independiente financieramente cuando es capaz de mantener su estilo de vida gracias a sus ahorros o a que genera otros ingresos que no provengan del propio trabajo.
Para ponerte un ejemplo, una vez leí “tengo libertad financiera de 10 años”. La persona que dijo esto quería decir que gracias a las inversiones que tenía esta persona podría sobrevivir 10 años sin tener un trabajo. ¿No suena fantástico?
Si lo pensamos seriamente, en cierta manera somos esclavos de nuestras finanzas. Tenemos que ser capaces de generar cantidades de dinero para mantener a nuestra familia o a nosotros mismos. Y es por ello que deberíamos dejar una visión cortoplacista y comenzar a pensar en ser libres a largo plazo.
Me gusta mucho una expresión que utilizan algunos autores: Poner el dinero a trabajar para mi. Y aunque esto parezca una utopía, hay mucha gente, con gran inteligencia financiera, que ha sabido pagar sus deudas, ahorrar y elegir bien sus inversiones para que sea su dinero el que se levante todas las mañanas para ir a trabajar.
¿Te imaginas la paz y la tranquilidad que te produciría saber que pase lo que pase podrás vivir cómodamente los próximos meses? Esto haría que seamos nosotros quienes podríamos elegir en que queremos trabajar (si es que queremos seguir trabajando) de una manera relajada. La gente que ha conseguido esta libertad financiera, muchos hablan de un cambio en la visión del dinero y su gestión del día a día.
En futuros artículos hablaremos detenidamente de cómo conseguir esta independencia, pero aquí tienes un artículo que habla sobre el camino por recorrer que servirá para ir introduciéndonos en el tema.