Seguro que últimamente has oído hablar mucho del concepto de dación en pago, porque parece ser la panacea que han descubierto los partidos políticos para seguir haciendo oposición al Gobierno, cuando esta figura lleva aplicándose en otros países durante largos años y nadie se había acordado de ella.
La dación en pago no es más que rescindir la deuda que se mantiene con una entidad financiera a través de un préstamo hipotecario mediante la entrega del bien hipotecado. En términos de vivienda, no sería otra cosa más que cancelar la deuda hipotecaria al entregar la vivienda.
El problema es que actualmente no se permite la dación en pago como método de resolución de préstamos hipotecarios y los hipotecados que no pueden hacer frente a sus cuotas mensuales terminan por perder la vivienda y además mantienen una deuda con la entidad por la diferencia entre la cifra de venta del inmueble en la subasta del banco y la cantidad todavía adeudada en la hipoteca.
La legislación actual es, por tanto, claramente injusta con los ciudadanos y parcial en favor de las entidades financieras que nunca pierden, sino que siempre ganan, ya que siempre perciben la cantidad que prestaron más los intereses generados durante el tiempo de vigencia del préstamo.
El Gobierno se ha alienado claramente con la posición de fuerza de las entidades financieras y ya ha anunciado públicamente que no contempla, bajo ninguna circunstancia, la entrada de la dación en pago en nuestro ordenamiento jurídico con el objetivo de no dañar aún más a nuestro sistema financiero.
Está claro que la dación en pago sería un perjuicio para las entidades financieras, ya que en caso de ejecución hipotecaria sólo recibirían la cantidad que consiguieran por la venta de la vivienda, independientemente del valor total de la deuda mantenida.
Sin duda sería una forma adecuada de que las entidades financieras controlaran de una manera más estricta las tasaciones y concedieran préstamos hipotecarios de una forma más racional, una vez, claro está, que el sector inmobiliario recuperara su actividad habitual.