Cuando estalló la crisis mi economía personal ya estaba saneada y sin deudas, además de contar con una cantidad ahorrada bastante interesante. En ese momento, los medios empezaron a advertirnos sobre la retracción del consumo y la necesidad evitar su caída para volver a la senda del crecimiento. Los gobiernos del mundo se dedicaron a poner en marcha planes para estimular el consumo, además del dinero que ellos mismo destinaron a fondos de rescate.
Algunos creen que estos programas han sido beneficiosos para la economía. Otros piensan que el consumo sin medida fue lo que nos llevó al desastre financiero, así que gastar no debería ser la solución.
Lo cierto es que en realidad no me importa quién tiene razón. Estoy mucho más centrada en mi economía personal, y desde luego no voy a ponerla en riesgo comprando un nuevo portátil, un nuevo coche, etc. Así que ese tipo de gastos se los dejo a otros.
Sin embargo, es interesante considerar un reciente artículo de la revista Fortune que se ha ocupado de este asunto. Su escritor, Shawn Tully, afirma que usando reglas matemáticas de economía básica, no podemos esperar que sacarles dinero a los ahorradores (contribuyentes) para dárselo a los que hacen el gasto (los gobiernos) nos vaya a ayudar a mejorar nuestro PIB. Según él debemos considerar el ahorro como una forma de inversión, por lo cual todo el dinero que los gobiernos puedan detraer de esa partida para dedicarla al consumo solo consigue canalizar un tipo de gasto en otro, con forma de contraprestación. Estaríamos intentando llenar una piscina desde un extremo mientras la vaciamos por el otro. El nivel del agua se mantiene sin cambios.
¿Cómo es posible traducir los ahorros en inversión? En el mundo actual, los ahorradores no guardan su dinero bajo un colchón. A veces compran acciones, lo que les da a las compañías dinero para invertir. A veces depositan el dinero en cuentas de ahorro o depósitos a plazo, con lo que los bancos tienen dinero para prestar a los empresarios o al gobierno mediante la compra de bonos y obligaciones del Estado. De esta forma, el dinero “se gasta” tanto si nos compramos un netbook como si lo colocamos en una cuenta bancaria. Aunque los bancos hayan restringido sus préstamos, aún siguen bonos del Estado para ganar interés.
La promoción del gasto funcionó durante la Gran Depresión porque los consumidores no confiaban en los bancos y mantenían el dinero fuera del sistema económico, pero esa no es la situación actual. En cuanto a nuestro futuro económico, ¿cuál es tu opinión? ¿Piensas que el incremento del gasto nos sacará de la crisis o piensas que el ahorro puede estimular la economía?
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