El mundo de las finanzas personales está lleno de conceptos confusos, ecuaciones enigmáticas y cientos de profesionales que dan consejos contradictorios sobre lo que debemos hacer o cómo debemos hacerlo. Con toda esta información dando vueltas en nuestra mente, mezclada con la incertidumbre general sobre lo que el futuro nos tiene reservado, es fácil que nos sintamos totalmente inseguros sobre qué hacer.
Lo normal en estos casos es que nos quedemos paralizados por la indecisión, que nos frustremos y que, sencillamente, nos rindamos. Solo nos ponemos en acción cuando la frustración supera la incomodidad de no saber qué hacer. Al menos ese es mi caso. Aunque he cometido multitud de errores, y probablemente esté cometiendo otros en la actualidad de los que aún no soy consciente, parece que las cosas me empiezan a ir bien, toda vez que me he decidido a pasar a la acción en cuanto a mis finanzas y mi carrera profesional.
Da igual de lo que estemos hablando: una inversión, una opción profesional, o cualquier otra gran decisión en nuestras vidas, aquí expongo unas cuentas ideas sobre lo que tenemos que hacer cuando no tenemos ni idea de qué hacer, si me permitís el juego de palabras.
Haz tu elección y comprométete con ella. Si no tienes claro el camino a seguir, es probable que tengas demasiadas opciones sobre la mesa. ¿Debería hacerme un plan de pensiones? ¿Debería invertir en bolsa? ¿Necesito un asesor financiero? ¿Debo hacer testamento? Normalmente no importa tanto la elección que hagas, sino el mero hecho de hacerla. No malgastes tiempo buscando cuál es la mejor opción; escoge una buena y céntrate en ella. Recuerda que lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Pregúntate por qué es importante. Es fácil que caigamos en la trampa de ocuparnos de cosas que son importantes para algunos periodistas o comentaristas, pero no para nosotros. Es muy difícil que nos concentremos y tomemos las decisiones adecuadas si nos encontramos trabajando en algo que no nos interesa. Si no es importante para ti, déjalo y pasa a otra cosa. Podrás rendir mucho más y mejor si te centras en los objetivos que te importan, así que busca la forma de personalizarlos.
Acepta que nunca tendrás todas las respuestas. Las personas más exitosas que conozcas no han llegado a donde están por haber encontrado la forma de contestar todas las preguntas; lo han logrado porque han aprendido a aceptar que tienen que tomar decisiones basándose en una información imperfecta. Estoy casi convencida de que nunca podremos estar al 100% seguros de nada. Márcate una fecha tope para tomar decisiones y actúa en base a la mejor información que tengas en ese momento.
Da pequeños pasos. Una de las formas más seguras de quedar paralizado por el temor es creer que tenemos que resolverlo todo a la vez. Cuando hablamos de dinero, el camino a recorrer es tan importante como el destino final. Da pequeños pasos en la dirección que creas correcta, y muy pronto te encontrarás corriendo hacia tus metas. Si quieres empezar un plan de pensiones, escoge uno y contrátalo. Una vez que lo hayas hecho, tendrás tiempo de pensar como incrementar el dinero que le puedes dedicar.
Deja de hacer planes y empieza con los ajustes. Escoge un curso de acción, pero que no sea inflexible. Si nos forzamos a seguir con algo incluso cuando va mal, tendremos aún más problemas que cuando empezamos. En lugar de eso, desarrolla limítate a perfilar el plan y ve haciendo ajustes según los vaya necesitando. Recuerda que ese plan es un guía y no una regla. Si las cosas van mal, es tu responsabilidad cambiar de dirección.
Pide ayuda. Esto es importante. A veces pensamos que los demás no tienen tiempo para ayudarnos, pero este no suele ser el caso. No dudes en mandar ese email o hacer esa llamada. Puede que te sorprendas con los resultados.
Deshazte del Plan B. Una vez que encuentres algo importante a lo que dedicarte, deshazte del plan de contingencia. Con esto no quiero decir que dejes de hacer correcciones, sino que deberías tomarte tu objetivo tan en serio que la derrota no sea una opción. El Plan B suele ser más sencillo que el Plan A, lo que significa que podemos sentirnos muy tentados de recurrir a él cuando el Plan A nos da dificultades. Algunas cosas son demasiado importantes para un Plan B.
Debo reconocer que no siempre sigo estos consejos. Tomar grandes decisiones es difícil. Incluso aunque hagamos la elección correcta, puede que no seamos conscientes de ello hasta mucho después. Es muy difícil que a los 30 años sepamos si hemos escogido el mejor fondo de inversión o el mejor plan de pensiones. En muchos casos ni siquiera sabemos si hemos elegido la carrera correcta.
Sin embargo, tenemos que tener presente que no estamos atados de pies y manos por una sola decisión, así que siempre podemos hacer cambios si las cosas van mal. A largo plazo, muchas decisiones no son tan críticas como creemos. Lo que es importante es que empecemos a tomar decisiones, porque la alternativa es quedarnos estancados.
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