Es muy común entre los aspirantes a ser pequeños y medianos inversores el deseo lógico de obtener resultados extraordinarios por sus inversiones y altas rentabilidades por sus capitales y ahorros destinados a tal efecto. Pero, antes de pensar en los futuros éxitos financieros a lograr en los mercados de valores, el participante novel deberá plantearse una cuestión previa e importante como es la siguiente: ¿Estoy preparado en asumir los riesgos necesarios para conseguirlos?
Todos queremos lo mejor a la hora de realizar una inversión y la consecución de resultados superiores a la media será el objetivo buscado y el fiel reflejo, de haber acertado con el activo financiero elegido además, del momento adecuado previamente seccionado tras el análisis de una buena estrategia inversora personal. Para conseguir estos logros entra en juego lo que se denomina psicología inversora en la que participarán nuestros propios condicionamientos emocionales, conductas agresivas o excesivamente conservadoras ante los vaivenes de los mercados, así como, el convencimiento de estar haciendo las cosas bien asumiendo de forma racional y responsable las consecuencias de dichos riesgos financieros en pos, de la consecución de unos excelentes beneficios monetarios para nuestros bolsillos.
Cuando los mercados suben de forma prolongada en el tiempo, todos los inversores parecen estar en posesión de la verdad adivinatoria y se suelen conseguir resultados financieros que pueden igualar a la media y que para muchos, es lo buscado desde el principio de su inversión, por lo que se darán por contentos y satisfechos. Pero… ¿Qué ocurre cuando el inversor desea batir la media? Y se repite internamente: “Quiero ganar más en mi inversión”.
Sabiendo que es legal, lógico y asumible el deseo inversor de especular en los mercados (que entre otras cosas para eso están), existen dos actitudes operativas inversoras distintas para intentar lograr unas mejores rentabilidades por encima de la media que deberemos conocer y que al final, decidirán si hemos realizado una buena gestión de nuestro dinero en el mercado. Veamos en qué consisten ambas:
- Actitud de inversor a destiempo: Este tipo de inversor incurre habitualmente en dos errores como suelen ser, el hecho de adoptar una actitud excesivamente conservadora en situaciones de fuerte tendencia alcista del mercado y posteriormente, demostrar una operativa agresiva cuando el mercado se da la vuelta hacia una tendencia bajista y corrección de precios.
- Actitud de inversor “contrarían”: Consiste en operar al revés que la masa inversora dominante mediante la realización de compras en buenos valores o sectores que actualmente están bajando en sus precios y que la mayoría abandona, (como por ejemplo sucede con la energía, la banca o el petróleo), con la confianza de que el tiempo les devuelva a su verdadero valor potencial en sus cotizaciones y así conseguir grandes beneficios.
CONCLUSIONES PARA FUTUROS INVERSORES
Una vez visto las diferentes formas inversoras de afrontar las operativas en los mercados de renta variable es adecuado y conveniente tener siempre presente los conceptos que son claves para conseguir los objetivos financieros deseados por todos y éstos nos aconsejan que para conseguir unos resultados diferentes a la mayoría nuestra apuesta deberá ser también diferente, por lo contrario, la solución sería invertir en participaciones de un fondo de inversión que replique a un índice. La alta rentabilidad estará siempre unida a un mayor riesgo para nuestros intereses y la buena gestión respetando nuestras propias limitaciones técnicas y monetarias puede hacer factible la consecución de mejores rendimientos por nuestro dinero.
Para finalizar, debemos recordar que en los últimos años se han producido varias crisis financieras en los mercados con motivo de las burbujas tecnológicas, bancarias o inmobiliarias y antes de producirse sus extremas caídas de precios, la masa inversora y sus animadores mediáticos nos alentaban alegremente a seguir sus pasos. Que buenos momentos, para los que un día pensaron y actuaron como… “inversores contrarían”.
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La frase elegida para este artículo dice así:
El que persigue dos liebres, no coge ninguna.
Publio Siro