En los tiempos que corren cada vez son más las familias que pasan apuros para llegar a fin de mes, y buscan las mejores maneras de ahorrar y recortar en su presupuesto doméstico. El problema es que venimos de una década boyante en la que nos hemos acostumbrado a gastar sin pensar mucho en qué es lo que compramos, y por qué.
Es el momento de ponernos unas normas básicas que guíen nuestra forma de gastar pero, ¿cuáles? He aquí algunas posibilidades:
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Compra solo lo que vayas a usar – o a valorar. Casi todo lo que poseemos pero no usamos de forma regular no son más que objetos que están acumulando polvo y consumiendo espacio en nuestra vivienda. Y digo “casi” por dar un poco de cuartelillo y salvar ciertas cosas que, aunque solo usemos de cuando en cuando, nos reportan un cierto valor. Yo, por ejemplo, no uso mi televisión prácticamente nunca. ¿Qué valor le doy? Hay muchas cosas en nuestras casas que pueden darnos bastante en qué pensar.
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Cuando es posible y rentable, compra calidad. Soy una gran defensora de la compra barata para cierto tipo de productos (gel de ducha, ropa de casa, limpiadores, etc.). Sin embargo, a veces tiene sentido gastar algo más de dinero y comprar calidad. ¿Cuándo? Cada uno de nosotros tenemos que decidir eso, basándonos en el valor que nos dan los artículos que vamos a comprar. A mí me gusta comprar artículos tecnológicos de una cierta calidad (ordenador, ebook, tableta…) Tampoco suelo ahorrar en alimentación, porque opino que es básica para la salud. El caso es que no necesitamos comprar siempre “lo mejor” en todo, sino invertir más en lo que más valoremos.
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No compres lo que ya tienes y compra lo que realmente necesites. Estoy segura de que no soy la única que ha caído en la trampa de comprar cosas que, en realidad, no necesito o ya tengo. Es más que probable que no necesites tener tres abrigos, cuatro pares de botas o tres cucharas de madera en la cocina. La mayoría de las veces basta con tener una o dos cosas de cada. La lista de las cosas que compramos por simple consumismo puede ser enorme, y es un lugar estupendo para empezar a recortar gastos.
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Toma decisiones de compra basadas en tu propia moral. Algunas personas no comprarían pieles. Otras están en contra de los transgénicos. Algunos no tienen coche. Otros se niegan a comprar productos de ciertas empresas porque no están de acuerdo con sus políticas. En mi caso, me gusta especialmente comprar productos locales y evito los aditivos en lo posible. Parece que este punto es una obviedad, pero es sorprendente la cantidad de personas que podemos encontrarnos que no lo toman en consideración.
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Compra solo lo que te puedas permitir. O lo que es lo mismo, no bases tu estilo de vida en el endeudamiento y en cargarlo todo a la tarjeta de crédito. Otro punto teóricamente obvio, pero que ha costado a mucha gente más de un disgusto financiero. Para muchos puede ser algo realmente doloroso de llevar a la práctica, pero es lo que más nos puede ayudar a mantenernos dentro del presupuesto.
Seguir estas simples directrices puede ayudarnos a gastar menos y a tener menos trastos en casa. No estoy diciendo que tengamos que llevar una vida monacal sino que, razonando qué compramos y por qué lo hacemos podemos realmente ejercer nuestro consumo de forma más responsable y recortar los gastos innecesarios. Siempre hay margen de mejora en esta materia.